Sin modelo no hay globalización

La foto final de la jornada de clausura de la FCBEscola de Barcelona en el centro del Camp Nou

La foto final de la jornada de clausura de la FCBEscola de Barcelona en el centro del Camp Nou / FC Barcelona

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça es hoy un monstruo global y en su expansión planetaria juega a diario un partido duro e invisible contra el Madrid, el Manchester y todas las grandes superpotencias del fútbol. Ganar la Champions por supuesto ayuda, pero en la expansión de la marca intervienen factores que por suerte no tienen que ver con ningún resultado. El Barça tuvo el enorme acierto de anticiparse al Madrid y a muchos de sus competidores con la apertura de su oficina en Nueva York hace pocos meses: desde la imponente planta 20 de Park Avenue, en pleno Manhattan, un pequeño equipo dirigido por el incansable Gerard Guiu organiza eventos diariamente con empresas, medios y entidades a las que se les convence para invertir en una marca que todavía hoy transmite mucho más que la simple consecución de títulos. 

Eso es lo que explicó ayer Jordi Roura y el equipo del Barça desplazado a Nueva York para participar en el torneo Promises organizado por la Liga y la Fundación José Ramón de la Morena. En su exposición ante grandes medios de Estados Unidos, Roura reivindicó la figura de Johan Cruyff como el principal factor diferencial de la famosa marca Barça. El famoso modelo al que algunos menosprecian no solo sirve para ganar partidos sino también para seducir mercados en todo el mundo. Dominar los partidos, defender los valores o evitar que se vayan jóvenes valores de La Masia a otros equipos no es la obsesión de cuatro nostálgicos sino una necesidad imperiosa para que el club construya una identidad definida que le ayude a diferenciarse de sus rivales. 

Los periodistas que fueron a escuchar ayer a Jordi Roura a NY o las empresas que se acercan regularmente a las oficinas del Barça ni siquiera preguntan por la última Liga, se gane o se pierda. Lo que les interesa es la peculiaridad azulgrana que no tienen los otros equipos. Por eso perder la posesión de la pelota o que un talento como Jordi Mboula se vaya al Mónaco puede ser a la larga tan perjudicial como cualquier derrota. Si no hay persistencia en el modelo no hay nada que globalizar.