ZIGA ZAGA

La retrocrítica de Piqué

Piqué

Piqué / Marc Casanovas

Jordi Costa

Jordi Costa

Jamás le agradeceremos lo bastante a Gerard Piqué su barcelonismo, su voluntad de tomar la palabra una vez más en un momento delicado -cuando otros se esconden- porque detecta que la parroquia está deprimida y necesita una voz que le transmita optimismo. El culé de a pie está efectivamente desorientado, pero quiero creer que no por el 4-0 de París sino porque hace muchas semanas que no reconoce a su equipo, y Piqué les entiende porque es uno de ellos.¡

Sin embargo, escuchándole el lunes me dio la impresión que el capitán sin brazalete dio la cara más por responsabilidad que por convicción, o por lo menos no sonó tan convencido de su discurso como otras veces. No hay duda de que el mejor punto de partida para intentar levantarte es darte cuenta de que estás en el suelo, y es indiscutible que el atropello del Parque de los Príncipes hizo besar la lona al Barça. La victoria desangelada frente al Leganés evidenció que París no fue un accidente, y Piqué confirmó que hace un mes y medio que no se reconocen. Justo el tiempo en qué nos han mareado hablándonos de arbitrajes, rotaciones, desgaste de Copa y de árboles que nos tapaban un bosque frondoso, cuando la realidad evidenciaba que el Barça no se aclaraba con su fútbol.

La retrocrítica consiste en reconocer a posteriori hechos denunciados desde fuera y negados por el vestuario. Normalmente se suele hacer de temporada en temporada. Dos ejemplos: el año en que Roura tomó las riendas del equipo por la enfermedad de Tito, el vestuario negaba que hubiera disfunciones, y sólo al año siguiente Xavi reconoció que habían perdido el hilo del trabajo futbolístico. Lo mismo sucedió con los métodos anticuados del Tata Martino. Lo bueno de la retrocrítica de Piqué es que quizás no llegue demasiado tarde. 

Habrá que confiar que el equipo recupere esa confianza de la que ahora mismo carece, pero cuesta creer a Piqué cuando dice que es más un problema mental que táctico, sobre todo porque a continuación añade que el entrenador trabaja día y noche para encontrar soluciones futbolísticas en vez de psicológicas. Es posible que si André Gomes hubiera acertado con su ocasión en París, el partido no hubiera acabado con un marcador tan concluyente, pero da la sensación de que es justo al revés: el equipo no recuperará la confianza hasta que se reencuentre con su fútbol. No parece fácil pero tal vez la autocrítica de Piqué sirva para que todo el mundo, incluso los resultadistas, sean conscientes del problema.