Red Bull nunca pierde el gas

Miguel Oliveira

Miguel Oliveira / AFP

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Cuando Marlboro dejó de poder aparecer oficialmente en las carreras, tuvimos la sensación de que nunca volvería a disputarse un GP, de motos o F1.

En España pasó algo parecido con la aplicación de la normativa europea cuando Tabacalera, con sus productos Ducados y Fortuna, ya no pudo anunciarse más (legalmente) en los últimos deportes que aún se lo permitían.

De una manera u otra, las marcas de tabaco que han querido han seguido anunciándose en las carreras; Marlboro jamás ha arrojado la toalla en un camino que empezó a finales de los 60 la marca Goald Leaf en la carrocería de los Lotus diseñados por Collin Chapman, antes de ser substituida por los míticos colores negro y oro de John Player Special.

Actualmente, si hay un patrocinador que identificaremos internacionalmente con el mundo del motor este es Red Bull.

Y este fin de semana nos acoge en su casa, en el circuito de Spielberg. El entorno de las montañas de Styria, y los detalles de diseño que encontramos en todas sus instalaciones son magníficos. Otra cosa es el trazado, que si para la F1 ya es una sosería que poco tiene que ver con el legendario Osterreichring de Zeltweg, para las motos tampoco resulta muy atractivo por la ausencia de curvas selectivas. Pero poderoso caballero es don Dietrich Matteschiz, el fundador, dueño, amo y señor de la marca más famosa de bebidas energéticas.

Cuando amenazó con dejar la F1, los cimientos de aquel deporte sufrieron una sacudida de grado Bernie, que es lo máximo que pueden registrar los sismógrafos que relacionan los movimientos geológicos con las oscilaciones de la bolsa.

La involucración de Red Bull con MotoGP, siendo importante, tal vez no tenga la trascendencia de la F1. Cierto es que apoyan a nivel personal a algunas de las grandes estrellas del campeonato, pero no tienen un equipo propio de la dimensión de la escudería de Milton Keynes. Sin embargo, su aliento a la promoción, con la Rookies Cup por ejemplo, es sensacional. 

Red Bull es, por encima de todo, un concepto; más que una marca. O una suma de ideas, sobretodo. Sorprende que, con su vocación ecológica, todavía no tenga un equipo propio en la Fórmula-e, esa disciplina que está subiendo como la espuma por el vertiginoso interés de cada vez más fabricantes de postín. ¿Cuánto tardará Mateschitz en convertirse en el principal protagonista del campeonato para monoplazas eléctricos? Esto, y su compromiso con la nueva categoría para motos eléctricas en MotoGP, sólo es cuestión de tiempo. De muy poco tiempo.