Recuperar la felicidad y la identidad

Messi y Neymar, en una imagen de archivo

Messi y Neymar, en una imagen de archivo / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

En el fútbol hay por suerte un factor altamente imprevisible que es justamente lo que hace este deporte tan fascinante. El Barça sucumbió en París justo cuando la goleada ante el Alavés había dejado buenas sensaciones, y en plena depresión, tras la victoria in extremis ante el Leganés, el Madrid regaló una derrota que no estaba en el guión y que puede servir de inesperado salvavidas. Estamos, pues, en un Dragon Khan de emociones y la buena noticia es que el último subidón, aunque sea por cuenta ajena, se produce en vísperas de la visita al Calderón, el partido más trascendente de la Liga hasta la fecha.

En este choque crucial vamos a evaluar, por fin, cuál es el estado real del Barça, tanto anímico como de juego. Desde el punto de vista psicológico, el aire triste que reflejaban los jugadores en sus rostros contra el Leganés era hasta cierto punto comprensible, puesto que estaban todavía bajo el ‘shock’ brutal del Parque de los Príncipes. Pero hoy el culé espera ya ver otro estado de ánimo, puesto que no tiene sentido prolongar más el duelo cuando la Liga se ha puesto totalmente al alcance, en una jornada de múltiples combinaciones que en el mejor de los casos puede terminar con el Barça líder. Desde el punto de vista del juego, todos esperamos exactamente lo que dijo Piqué el lunes: que el juego vuelva a ser “reconocible”. En los últimos diez días, todos los pesos pesados de la plantilla han coincidido en que las carencias del equipo fueron futbolísticas, y esta larga semana sin fútbol ha sido el escenario ideal para reflexionar y corregir algunos de los problemas que se han agudizado en los últimos encuentros.

Es esencial que Messi recupere la sonrisa y que el optimismo fluya desde el primer minuto, pero es igualmente básico que el Barça recupere sensaciones con su juego, se vuelva a sentir dominador del partido y se reconquisten dos señas de identidad tan vitales como la posesión y la presión. Hoy más que nunca el Barça debe recobrar la felicidad y también la identidad, la receta infalible para ganar. Porque solo cuando se ríe se puede ser uno mismo.