Profundidad

Iniesta dirigió al Barcelona en el Wanda Metropolitano

Iniesta dirigió al Barcelona en el Wanda Metropolitano / Joan Monfort

Xavi Torres

Xavi Torres

El exclusivo fútbol del Barcelona necesita -por supuesto, simplificando mucho- dos aspectos esenciales para poder desarrollarlo en su plenitud: amplitud y profundidad. Como la idea es tener el balón y jugar en campo contrario, es necesario aprovechar todo lo ancho del terreno de juego para encontrar los espacios necesarios para hacer daño al rival. Si dos futbolistas del Barcelona se instalan sobre la cal de la banda obligan a dos defensores a jugar, también, muy abiertos. En este escenario, la defensa puede agrietarse por el centro circunstancia que Messi siempre suele aprovechar. Si el rival decide llenar de efectivos la parte central para evitar las acciones del 10 argentino y retrasar los centrocampistas -o los delanteros- para cerrar las bandas, el Barça se sentirá cómodo porque su oponente no podrá contraatacar. Y ante la insistencia es muy difícil que un equipo pueda finalizar un partido sin encajar un gol. Además, con la presión, el equipo azulgrana es capaz de anotar.

Sin embargo, la amplitud necesita de algo más. Durante la primera parte ante el Atlético, Gomes (derecha) y Alba (izquierda) burocratizaron el juego estando en la posición pero no ayudando a romper el muro colchonero. El Barça atacó como en el balonmano, moviendo el balón de lado a lado, pero sin remate. Los de Valverde chutaron dos veces, solo una entre palos. La posesión escandalosa se convirtió en tiki-taka, es decir, en un elemento inútil. Ni siquiera servía para desgastar a los de Simeone. Valverde lo sabe: además de abrir el campo, el Barça necesita profundidad.

El adiós de Neymar ha condicionado al equipo porque ha perdido desequilibrio, cuestión ésta fundamental para generar superioridades y llegar con ventaja a la línea de fondo, al área y a la portería rival. Sin Dembélé, más de lo mismo. Pero con Deulofeu y Sergi Roberto, incluso con Denis en determinados momentos, hay alternativas. Y así se vio en el Wanda. El equipo necesita dribling porque es imposible ganar solo a través del pase y, evidentemente, necesita más de un regateador porque lo de Messi contra cuatro ya es un clásico.

La experiencia empieza a demostrar que el esquema asimétrico de Valverde vive mejor con una banda derecha ocupada por un extremo y una izquierda sorpresiva con la aparición del lateral. Se siente cómodo Messi -la clave de todo- y también, Luis Suárez. Y el equipo, más dinámico, más activo, más letal. El grupo es competitivo desde los genes ganadores de sus futbolistas pero el técnico deberá ajustar algunos mecanismos para ayudarle a ganar, también, a los mejores.