La 'porteritis' de Florentino

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

La historia se repite. El pasado domingo asistimos a un extraño fenómeno en el Bernabéu que produjo un fascinante efecto de ‘déjà vu’. El estadio del Madrid crucificó sin piedad a Keylor Navas tras un grave error y lo echó virtualmente a la calle. Difícilmente el portero costarricense olvidará el encuentro contra el Betis: en un mismo partido fue protagonista de un escándalo, al no ser expulsado por unas manos clamorosas fuera del área, de una pifia monumental que provocó el gol del Betis y el rechazo de su afición, y finalmente de un paradón que salvó al Madrid sobre la campana pero que ya no le salvará de la hoguera a la que está siendo conducido muy poco sutilmente. 

Su suerte está echada, y no es otra que irse del Madrid a final de temporada. Florentino ya se cargó a Casillas, con Mourinho de intermediario, cuando hicieron pasar a Iker por la humillación de ser suplente de un tal Adán, una maniobra que no tenía otra finalidad que vengarse de la llamada del portero a Xavi para intentar sellar la paz, en plena cruzada contra el Barça de Guardiola, y cuando en el Bernabéu se practicaba una caza de brujas a todo lo que no fuera ‘mourinhismo’ puro y duro. Florentino debe padecer una dolencia particular, conocida como ‘porteritis’, que le lleva a una pulsión destructiva con el titular en la portería. 

En el primer intento fallido de fichar a De Gea, envió a Keylor camino de Manchester, pero la operación se frustró por una negligencia grotesca y ahí el portero ya intuyó que había caído en desgracia. Lo certificó definitivamente este pasado domingo, cuando sufrió en sus carnes las iras del Santiago Bernabéu. Ayer la prensa de Madrid hacía llamamientos a cerrar filas en torno a Keylor. Puro teatro. Keylor ya ha sido devorado, víctima del canibalismo de porteros tradicional en Florentino.