Noticia: el Barça vuelve a ser un equipo

FC Barcelona 2 - Málaga 0

El FC Barcelona recibe al Málaga en el Camp Nou en la Jornada 9 de la Liga Santander / sport

Ernest Folch

Ernest Folch

Es posible que el partido contra el Málaga no pase a la historia, pero no por ello quiere decir que no sea importante. El Barça se sacó por fin la espina de un rival que el año pasado lo condenó en la Liga y fue una de los culpables que no la ganara: el Málaga no pareció en ningún momento el colista de la competición, y fue siempre un rival incómodo que le obligó a masticar arena. Prueba de ello es que el primer gol blaugrana fue producto de un error garrafal del árbitro, que no vio como la pelota había traspasado la línea de fondo justo antes del error de Deulofeu, y el segundo gol, a pesar de venir tras una preciosa combinación entre Iniesta y Messi, entró finalmente ayudado por un rebote.

Que el Barça no fuera capaz de marcar un gol limpio o que Messi no consiguiera golear es un indicativo de la dificultad de otro partido que arrancó otra vez muy frío, al igual que el de Las Palmas o el del Olympiacos. Quizás porque también el fútbol es víctima del ambiente de preocupación que invade la sociedad en estos momentos y que sin duda está presente en las gradas, sea con gritos de “Libertad” o simplemente con una sensación de dispersión, como si costara que público y jugadores se concentren en el juego: al fin y al cabo, el fútbol está acostumbrado a ser siempre lo más importante, y es extraño ver a este enorme espectáculo vivir como en una especie de segundo plano.

Al mismo tiempo, que el conjunto de Valverde esté siendo capaz de sortear también este escollo es una prueba más de la solidez de este proyecto. Porque es tan cierto que el partido fue gris como que el Barça volvió a mostrar una solidez a prueba de bombas.

El equipo ha logrado una estabilidad impresionante, y no parece que nada pueda desestabilizarle: ha sido evidentemente a costa de perder verticalidad, pero al mismo tiempo la pelota vuelve a ser del Barça. Los viejos debates de la posesión se los ha llevado el viento por la sencilla razón de que ya no hay debate. Nadie duda ya de que la máxima de Valverde es tener el control absoluto del partido, y aplica el viejo principio de Cruyff de que la mejor defensa se realiza con la pelota en los pies. Esta vuelta a los orígenes, que el entrenador ha sido capaz de implementar en un tiempo récord, se ha reconstruido sobre un pilar básico: el Barça vuelve a ser un equipo.

Lo que antes era un tridente y poco más hoy es un conjunto muy bien cosido, en el que nunca se deshace el conjunto a pesar de que se cambien las piezas. Da igual, como ayer, que la defensa sea nueva, con Mascherano en el centro y Digne por la izquierda, y da igual si a Busquets le sustituye un Paulinho siempre incisivo y siempre combinativo, que desmiente los perjuicios que se habían vertido sobre él. Es el triunfo del colectivo, es decir, el de Valverde.