Un mundial líquido, de adaptación

Marc Márquez

Marc Márquez / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Marc Márquez ganó el título del año pasado en Motegi. El circuito japonés, la primera cita del triplete asiático, le ha dado al de Cervera “sólo” tres victorias: una en cada categoría del mundial. Allí también se proclamó campeón de MotoGP en 2014. Pero, esta vez, 16 puntos de diferencia sobre el segundo clasificado a falta de cuatro carreras para el final no son margen suficiente para repetir la gesta aún.

En 2016, el de Honda llegaba a esta cita con 248 puntos, 24 más que esta vez. Pero esta temporada está siendo diferente, muy diferente. Y no sólo para él.

Se supone que, quien gana carreras, el campeón, es el piloto más rápido, el que corre más…

No siempre es así. Y en un año tan especial como este se hace evidente.

La temporada ha estado marcada por dos factores: la electrónica y los neumáticos.

En el primer caso, esta es común a todas las motos, aunque la aplicación de la misma aporta pequeñas variantes que hacen que cada marca sea distinta.

En el segundo, los cambios constantes de las gomas luchan en contra de los fabricantes, que tienen que espabilarse para adaptar el comportamiento de sus motos al rendimiento de este elemento. Y, finalmente, está el piloto, que debe ir variando su estilo de conducción en función de esa permanente metamorfosis de su máquina.

Todo ello ha hecho que haya habido muchas caídas. Nadie se ha salvado. Y que, en el momento de valorar a un piloto, no solo haya que hacerlo por su rapidez sino, sobre todo por su capacidad de “modular” su estilo de conducción a esta evolución de su moto.

En este sentido, Márquez ha sido el mejor en un campeonato donde las diferencias entre las motos oficiales son mínimas. Otra cosa son las de los equipos privados, con menor capacidad de “reacción”, como hemos visto con el Yamaha Tech3 de Zarco.

Marc es quien, entre los siete primeros de la clasificación, acumula más ceros (3), pero también quien suma más victorias (4). Para pasar de una cosa a la otra, está claro que hay que saber adaptarse a los cambios de la moto. Esto ha sido la clave de un año que se decidirá sobre la campana.