Ir a muerte estando vivos

Iniesta y Piqué coinciden en su diagnóstico

Iniesta y Piqué coinciden en su diagnóstico / FCB

Carme Barceló

Carme Barceló

En 24 horas hemos escuchado la misma expresión en boca de dos jugadores del Barça: “Estoy a muerte con Luis Enrique”. Justo cuando más tocados andaban, cuando el análisis del lenguaje no verbal superaba al verbal, cuando los gestos de Messi y Piqué se tornaban mantras y cuando pintaban bastos en la clasificación, en el Camp Nou y en los entornos, Alba y Gerard reivindicaron a su entrenador en sendos actos promocionales. Que la unión hace la fuerza, lo sabemos todos. Y que los mensajes claros en formato único calan más en la población que los subliminales, también. Corrían malos tiempos para la la lírica futbolística desde el mazazo de París y ahí estuvo el modesto Leganés para rematar la jugada. Parecía que no corría la sangre en este Barça. O que se desangraba, para goce y disfrute de un enemigo venido arriba entre flores, magias y minutos 93.

Mientras Piqué recordaba un pasado escatológico hasta la llegada de Luis Enrique y Jordi Alba reivindicaba a su mister también, el Real Madrid se desplazaba a Valencia creyéndose casi campeón. Y quedaron retratados otra vez. Infravaloraron en la previa al equipo ché, al que ya habían dado la extremaunción, y en ocho minutos fueron los blancos los que entraron en el rigor mortis. Superaron esa rigidez, sí, pero les faltaba el aire para atenuar la intensidad valencianista. Cuando consiguieron agotarla, fallaron en el remate. Hasta Keylor Navas sumó su cabeza a la del inefable Sergio Ramos en la última jugada. No pudo ser y la derrota les dio vida a los que ya daban por muertos. Entre la prepotencia de unos, los fallos de otros y que ni tan siquiera pudieron agarrarse a los errores arbitrales -que los hubo, pero a su favor-, el Real Madrid le ha hecho una transfusión en toda regla al equipo azulgrana. Si el grupo sanguíneo es positivo, muchos verán en este resultado la posibilidad más que real de salir líderes del Calderón. Mientras hay vida, hay esperanza. Y este difunto está muy vivo. A muerte con él.