Mucho que perder, poco que ganar

Barça y Alavés se enfrentarán por tercera vez esta temporada

Barça y Alavés se enfrentarán por tercera vez esta temporada / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

En medio de una agitación institucional sin precedentes en los últimos años, con el último expresidente en la cárcel y muchas preguntas en el aire sin respuesta, el Barça afronta hoy una final de Copa tan trascendente como diluida por un ambiente deportivo sorprendentemente frío: a expensas de que haya gente que vaya por sus propios medios, en la expedición oficial de la final irán poco más de 2.000 aficionados, una cifra muy baja teniendo en cuenta los últimos precedentes. Mientras el Alavés ha planteado el encuentro como el acontecimiento de su vida, el club blaugrana lo afronta como una cita donde tiene poco que ganar y mucho que perder. El Barça no solo está obligado a llevarse el título sino que además se le exigirá que lo haga con holgura y dando espectáculo, algo realmente difícil teniendo en cuenta que su rival está tan bien entrenado como motivado. Las turbulencias judiciales han dejado la final en un tercer plano y el barcelonismo casi no ha tenido tiempo de darse cuenta de que es un partido con mucho atractivos, empezando por el principal, que es el título que puede cerrar con un gran colofón la era de Luis Enrique. Es además el último partido antes de la gran sacudida que se producirá este verano en una plantilla que necesita altas y bajas a partes iguales para recobrar la competitividad perdida.  En cualquier caso, es una buena noticia que el balón vuelva a rodar y aunque sea por imperativo deportivo las tensiones judiciales pasen por fin a un segundo plano. Como ya ha sucedido muchas veces en los últimos años, el equipo tendrá que sostener a la entidad: ya sabemos que en el Barça las victorias en el césped dulcifican los desórdenes institucionales desde tiempos inmemoriales. Curiosa paradoja: en un día en el que parece por el ambiente que el Barça no se juega nada, resulta que está en juego mucho más que un título. Concretamente, nada más y nada menos que la estabilidad social y un entorno optimista para dar la bienvenida al nuevo entrenador el próximo lunes.