Morfología esférica

Denis Suárez fue el mejor de la sub'21

Denis Suárez fue el mejor de la sub'21 / sport

Risto Mejide

Risto Mejide

Viendo la selección española sub-21 dejarse la piel en Polonia, se me ocurre, con el permiso del gran maestro a sol y sombra, un ejercicio semántico para reinterpretar —o aunque sólo sea recordarnos— la importancia del cuero, balón, esférico, bola o pelota. Y lo voy a intentar en diez toques, que son más de los que he dado jamás.

Para empezar, es lo que ha hecho del fútbol algo tan universal. Gracias al balón y a su sencilla estructura, se juega a lo largo y ancho del planeta, en todos los rincones, cinco continentes, cuatro puntos cardinales. Lo sencillo, de nuevo, es lo que da la vuelta al mundo, también casi esférico, curiosamente. A la altura de la simplicidad de la cruz de los cristianos. Menos es siempre más lejos. Tomen nota los que tienden a complicarse y complicarnos la vida.

Segundo, es profundamente democrático. El mismo cuero para todos los partidos de una misma competición. Un mensaje también profundo, incluso al más alto nivel. El ceteris paribus de los lances deportivos. Cuando el factor más crucial permanece constante, lo que se está midiendo es la verdadera habilidad del jugador. Por eso soy cada vez más fan de Moto2.

Tercero. Tiro del legado Cruyff. Balón sólo hay uno. Eso significa que si tú lo tienes, no lo tienen los demás. ¿Perogrullada? No lo creo. Otra obviedad de la que a menudo nos olvidamos. Y nos olvidamos porque a la información no le ocurre lo mismo. Y tanto productos como servicios son, cada vez más, intensivos en información.

Cuarto. El balón es imprescindible, pero no irremplazable. De hecho, se pierden unos cuantos a lo largo de un partido y no pasa nada. Se avisa al responsable y se sigue jugando con otro. Toda una lección para los que se creen importantes por el mero hecho de figurar.

Quinto. Es el foco de atención durante todo el partido. Y aun así, está en continuo movimiento. No se queda jamás quieto en el mismo sitio. Alguien que no estuviera atento hablaría de cambio, pues aseguraría que de pronto ha cambiado de posición. Moraleja: el cambio sólo existe para quien no estuvo atento a la evolución.

Sexto. Conseguirlo jamás te garantiza ganar. Pero no ir a por él sí te garantiza el fracaso. Lo mismo ocurre con cualquier proyecto que decidas emprender.

Séptimo. El jugador que lo posee demasiado tiempo lo suele acabar perdiendo. De nuevo, la importancia del trabajo en equipo. Porque nadie ha hecho nada importante en la historia completamente solo. Compartir para competir y, sobre todo, para resultar competitivo.

Octavo. Su comportamiento, velocidad y precisión dependen ante todo del contexto, también llamado estado del césped o incluso temperatura y humedad ambiental. El contexto lo es todo. O casi todo. En el fútbol, en la vida, en los contenidos, en publicidad.

Noveno. Nadie se acuerda del balón cuando se acaba el partido. Se apagan los focos y ya está. Vuelve a la bolsa con las demás pelotas, dispuestas a ser usadas en cualquier entreno. No hase falta disir nada más.

Y por último, quien sí se la lleva a casa, quien ha logrado marcar un hat-trick. Porque un punto puede ser casualidad, dos puntos son ya una trayectoria y tres puntos dibujan un plano. Definitivamente, otro nivel.