La moción del Twitter

Bartomeu y Benedito, en una imagen de archivo

Bartomeu y Benedito, en una imagen de archivo / MARC CASANOVAS.

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Dicen que esa es la grandeza del Barça. Yo, con perdón, digo que son las miserias del Barça. Dicen que es la razón por la que es ‘més que un club’ y yo digo que es la razón por la que nos cantan por ahí “el Barça no es un club, es un puticlub”. Dicen que estas cosas son sanas, demuestran la vitalidad de una entidad y yo digo que a mí todo esto me parece muy miserable o, como poco, la demostración de que la vida está llena de gente que vive para buscarle las cosquillas a los demás.

Ahora, estos días, se ha decidido, entre todos, sí, cierto, más unos que otros (los jugadores se han portado inmaculadamente), celebrar con cariño, colaboración, complicidad y alegría la celebración de la conquista de la primera Copa de Europa, en Wembley, donde estuve y lo viví intensamente (todo lo primero es nuevo, maravilloso), va y, justo en el momento, el día, de saltar, de nuevo, los equipos al campo, aparece una moción de censura.

Y no digo que esté mal. Y no digo que sea inoportuna. Y no digo que sea atemporal. Y no digo que sea inmerecida. De nada de todo eso tengo idea, porque no vivo el club (sobre todo el club, la entidad) como la viven los demás, como la viven sus socios, que, tal vez, ya veremos, no quieren esa moción, ni mucho menos como la viven aquellos que han sido presidentes, directivos o candidatos.

Yo, cuando ocurren estas cosas, todos estos ruidos, barullos, querellas, demandas, peleas, declaraciones, siempre, siempre, me acuerdo de conversaciones que tuve con papá, de charlas que he mantenido (que mantengo porque es un ser entrañable y el culé número uno de esta ciudad) con mi amigo Evarist Murtra, sobre la imposibilidad, siempre, en cada elección, en cada décadas, en cada período electoral de que el Barça tenga un presidente como dios manda (sí, con minúscula porque en esto, el Dios con mayúscula aún no se mete) y unos directivos que estén a la altura de lo que es el país. Claro que el país…. bueno, dejémoslo.

Lo que es evidente es que el Barça no tiene paz nunca, porque los que están no se quieren ir, aunque nunca quisieron estar (o eso decía Josep Maria Bartomeu) y los que salieron, quieren volver, pese a haber sufrido, mira, una moción de censura, que perdieron, pero no les costó el puesto, la poltrona, que diría el ruidoso José María García, porque la ley azulgrana exigía más gente a favor de la censura de la que votó, aún más, sí.

De lo que no tengo ninguna duda es de que el Barça es el mejor escaparate para gente aparente, para gente que quiere salir en los papeles, para gente que pretende hacerse la importante, para gente que no tiene, a menudo, nada que hacer. De donde sacan el dinero para figurar, lo ignoro.

De verdad, la última maniobra de Agustí Benedito me parece realmente espectacular. Espectacular para hacerse notar, espectacular por la envergadura que pretende que tome y espectacular porque, simplemente, pidiendo al Colegio de Periodistas de Catalunya, que ya veo que le presta su sala a todo el mundo (y hace bien, el miércoles le hicimos un maravilloso homenaje al no menos maravilloso, culto y maestro de periodistas fallecido recientemente Miguel Ángel Bastenier), pues eso, con solo presidir esa sala, dar un número de teléfono, un correo electrónico y una web, ¡zas!, pone en marcha, no solo el aumento de su popularidad, que ya le regalo, sino el sondeo que no podía pagarse para saber si el socio está o no por la labor de sacar adelante la moción.

Este es un mundo de vivos, de listos, de pillos, de gente que, a la sombra del Barça, un club que acoge y recoge a todo el mundo (y esa sí es parte de su grandeza), va fabricando situaciones tan graciosas (o tristes) como esta. Benedito dice que ha hablado con Joan Laporta, que lleva, por cierto, semanas diciendo que Bartomeu se merece una moción de censura pero no la pone en marcha porque teme perderla, y también cuenta Benedito que ha conversado con Toni Freixa, que prefiere seguir escribiendo tuiters picantes y apareciendo en las radios para comentar la actualidad azulgrana, que liderar la moción. A los dos ruidosos opositores ya les va bien que Benedito dé la cara y encienda las redes sociales, que para eso se las pintan solas, para saber moviendo el árbol de Internet si puede o no caer Bartomeu.

Yo sigo en mis trece, no tiene sentido que el Barça no logre algún mes, algún año, alguna época, algún siglo, gente maravillosa, profesional, poderosa y representativa de este país para dirigir el club.