Messi y los ángeles de la inspiración

Neymar, junto a Luis Suárez y Leo Messi en el vestuario de la Ciudad Deportiva Joan Gamper

Neymar, junto a Luis Suárez y Leo Messi en el vestuario de la Ciudad Deportiva Joan Gamper / @neymarjr / Twitter

César L. Menotti

César L. Menotti

Cuando aparecen estos personajes en el fútbol, como Lionel Messi, es como cuando aparecen los grandes pianistas y jerarquizan los escenarios. La Pulga jerarquizó el clásico del domingo. Lo hizo crecer con su talento al punto que un partido que era bueno, y emocionante, se transformó con sus intervenciones en un partido épico. Como el gran artista, el crack rosarino logró ponerle los toques de calidad que mutaron el partido hacia otro fútbol. Y lo que hizo en el último gol fue increíble. La prestancia, la calidad con la que definió en un partido muy luchado y que se jugaba con mucha intensidad, fue inolvidable. 

Messi apareció en la última jugada como un duende privilegiado que escapó de las piernas de los rivales, y dominó el espacio y terminó convirtiendo un gol antológico. Fue una escena de Marlon Brando cuando pronuncia aquella frase celebre sobre la muerte del hijo, y su actuación quedó grabada en la historia para siempre. 

El crack ayer fue un poco Marlon Brando, otro poco Maradona con su zurda, un poco de Pelé porque tuvo su amague, un poco de Cruyff dando esos trancos largos impredecibles y su personalidad para mostrarle su ‘10’ a la grada. ¡Cuánto se va a recordar el partido de ayer por el gol del final! Había una resignación en los dos equipos y el resultado parecía consumado. Pero apareció la magia de Messi, como un día apareció en un Mundial en México la magia de Maradona para marcarle el gol a los ingleses. Y lo hizo en el momento justo, cuando se definía el partido. Y con tanta simpleza que pareció que estuviera paseando por el Bernabéu. 

Leo pareció el actor principal, y cuando con los amagues se sacó de encima a los jugadores del Madrid, los redujo a extras de su película. Fue realmente emocionante verlo andar entre las espinas. Entre las patadas. Él camina en el área como si estuviera en un jardín. No alcanzaban ni a tocarlo, por las pausas que fue haciendo desde el engaño. Él reúne la eficacia con la belleza como muy pocos son capaces de hacerlo. 

¡Su genialidad es tan difícil de descifrar! Al contrario le hace creer una cosa, y hace la contraria. Todo pasó en décimas de segundo. Pareció un gol de ficción. Fue brillante. Y él lo necesitaba. Porque se llega a esos niveles de crítica y se dicen estupideces como que Messi gana los partidos cuando quiere. Y no es así.  En cada partido de fútbol, digo yo, aparecen los ángeles de la inspiración que revolotean en la cancha. A los que juegan bien, los visitan con más frecuencia que a los que juegan mal. En Argentina por ejemplo, yo digo que los echan a pelotazos. En Barcelona los ángeles de la inspiración se posan a veces en Messi, otras en Neymar o en Suárez o en Iniesta. El domingo anduvieron cerca de Busquets. Hay gente que cree que a  Messi cuando juega con la selección argentina no hace estas genialidades.

El festejo del gol fue muy emotivo. Yo creo que lo hizo por sus goles, por el triunfo. Como decirle al Bernabéu: ‘Acá está la camiseta con la que hice 500 goles para el Barcelona’.

Para destacar también lo fue la actuación de Sergio Busquets. Cuando él está bien, se enciende la luz del equipo. Tiene la pausa y la posesión y recupera el ritmo. También Rakitic. 

Si nos ponemos la camiseta del aficionado, por los cinco goles que hubo fue un partido con muchas acciones de riesgo. Y el remate del final fue el sueño del hincha: ganar con un gol de esa jerarquía sobre la hora, que no dio lugar al rival a reacionar. Fue terminal.