Messi, en casa de Cristiano Ronaldo

Messi quiere seguir en el Barcelona

Messi quiere seguir en el Barcelona / AFP

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

En Madrid han querido ver en la celebración de Messi del tercer gol del Barça en el Bernabéu una provocación a la grada blanca. Nada más lejos de la realidad. Yo comprendo la desolación de los aficionados blancos, la impotencia que sienten ante la imposibilidad de frenar al mejor futbolista de todos los tiempos, el que les ha amargado los últimos doce años. Si acaso, Messi, como consecuencia de la rivalidad infinita entre Barça y Madrid, ha provocado a los madridistas con fútbol y goles. Los gestos y la mala baba quedan para otros que dan patadas en vez de espectáculo, que agreden en lugar de intentar disputar con nobleza el balón... ese mismo domingo tuvimos un amplio repertorio del auténtico prototipo de provocador. Y todos vestían de blanco, curiosamente. 

El mensaje Esta vez, la frustración ha sido enorme para los madridistas. Muy pocas veces ha habido una demostración de jerarquía absoluta por parte de un jugador como la de Messi en el Bernabéu. Leo marcó dos goles, provocó la expulsión de Sergio Ramos, debió haber forzado, también, las de Marcelo y Casemiro si el árbitro hubiera tenido un mínimo de idea de arbitrar, le quitó al Madrid la Liga de las manos en el último minuto y la acercó nuevamente a las manos del Barca. Adicionalmente, ese gol fue su gol 500 en el Barça, el único equipo de su vida, motivo más que suficiente para mostrar al mundo su agradecimiento al club, su amor con ese beso al escudo, su deseo de seguir muchos más años defendiendo esa camiseta. Ahora bien, un poco de reivindicación personal en su rivalidad con Cristiano Ronaldo sí que podría haber. Yo, por lo menos, la intuyo. Todo lo que Messi hizo, los goles, los pases, los caños, los regates, las fintas, el gol 500... lo hizo en casa de Cristiano Ronaldo. Y en esa casa mostró su camiseta con su nombre y el número 10 para que todo el mundo tuviera claro quién es el número uno. Así se ganan los Balones de Oro, lo demás son tonterías.