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La última vez que Messi jugó un clásico fue el absoluto protagonista

La última vez que Messi jugó un clásico fue el absoluto protagonista / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Esta no ha sido una buena temporada para el Barça. Digan lo que digan los portavoces oficialistas, ganar solo la Copa es un bagaje pobre para un equipo con el tridente. Sobre todo porque el máximo rival, el Madrid, ha conquistado un doblete de Liga y Champions. El club, además, se ha visto envuelto en polémicas judiciales (la derrota en la Acción de Responsabilidad y la entrada en prisión de Sandro Rosell) que han perjudicado muchísimo su imagen. Por no hablar de la cada vez más sonrojante relación con Qatar. De ahí que haya socios muy enfadados con Bartomeu y su junta directiva. Tanto como para presentar un voto de censura. Pero hasta el propio Benedito sabe que su intento de moción no va a prosperar porque le será imposible recoger las más de 16.000 firmas que necesita… Malos tiempos, pues, para los barcelonistas, que están deseando que empiece ya la nueva temporada para quitarse el amargo regusto de un año para olvidar. Los culés quieren soñar ya con los nuevos fichajes (Bellerín, Verratti, Mahrez o Dembélé son nombres que ilusionan) y, especialmente, siguen atentos a la que será la mejor noticia de los últimos meses: la renovación de Messi.

A pesar de que se ha querido intoxicar con la relación entre Messi y Bartomeu, la realidad es que Leo jamás ha pensando abandonar el Barça. Porque sabe que en ningún sitio va a estar mejor que en el Camp Nou. Su continuidad no ha estado jamás en peligro. Y menos aún por cuestiones económicas. Messi cobrará lo que debe cobrar el mejor jugador del mundo. Sin discusión. Además, ha arrancado al club el compromiso de construir un equipo capaz de volver a reinar en España y en Europa. Un equipo que deben edificar este verano Robert Fernández y Albert Soler, con el beneplácito de Ernesto Valverde. Messi ha decidido darles una oportunidad. Nosotros, por supuesto, también.