Los minipartidos

Messi y el colegiado, cara a cara

Messi y el colegiado, cara a cara / Ignasi Paredes

Xavi Torres

Xavi Torres

Messi, una vez más, tuvo que salir al rescate de un equipo con pocas expectativas. Los últimos acontecimientos así lo señalaban. La eliminación ante la Juve de la Liga de Campeones puso sombras sobre el colectivo y la ausencia de Neymar –nuevo triste episodio jurídico de la institución- no ayudó a creer en una noche como la que se vivió en la emblemática jornada de Sant Jordi. De hecho, todo apuntaba a poner día y hora en el calendario al final de un equipo de leyenda y a una década prodigiosa. Sin embargo el fútbol, por suerte, es tan sorprendente como maravilloso.

Y como a estas alturas de la semana y de la película ya se ha dicho todo sobre el crack argentino y, además, las capacidades de quien escribe no dan para mejorar los adjetivos ya exhibidos, nos quedaremos aquí. Messi hizo tan feliz al barcelonismo –con su fútbol, sus goles y sus gestos finales con la camiseta desplegada y los besos en el escudo- que sorprende que el club todavía no haya cerrado su renovación a un año y dos meses del final de su contrato. Sobre el compromiso del jugador mejor no opinar así que, si me permiten, le dedicaremos tiempo y espacio a este tema y en esta tribuna otro día. 

Y dirá el aficionado, ¿cómo es posible el cambio de cara del equipo en apenas cinco días? Efectivamente, dicho de otra manera, una auténtica montaña rusa. Eso es, subidas y bajadas provocadas por estados de ánimo puntuales más bien relacionados con el resultado que con un rendimiento colectivo adecuado y permanente. Así se entienden –resumiendo mucho- las duras derrotas en París y Turín o las grandes victorias ante el PSG (la remontada) o el Real Madrid (del domingo). El Barça hace mucho tiempo que no juega partidos de fútbol sino minipartidos dentro de los 90 minutos que le permiten vivir momentos de gloria y de depresión con la diferencia de apenas unos minutos. Sin control emocional. Sin control futbolístico. 

El Barça del Bernabéu marcó el 1 a 2 y no cerró el partido a base de juego de posición y de posesión a pesar de jugar en superioridad numérica. En el siguiente minipartido, el golpe a golpe sonrió a James Rodríguez. Pero como, en este sentido, el Real Madrid puede presumir de las mismas miserias, el golpe a golpe provocó un sorprendente contrataque de Sergi Roberto en el minuto 92 para el definitivo gol de Messi que mete a su equipo en la Liga. El último minipartido, esta vez, sonrió al Barcelona. ¿Y el siguiente?