La ley blaugrana de la gravedad

RCD Espanyol 0- FC Barcelona 3

RCD Espanyol 0- FC Barcelona 3 / sport

Ernest Folch

Ernest Folch

Hay encuentros que no se ganan sino que se mastican poco a poco. El Barça leyó con inteligencia el difícil partido que le había planteado el Espanyol y se dedicó a esperar su momento. El equipo blanquiazul plantó una barrera delante de su área, y el Barça a penas encontró alguna grieta en los primeros 45 minutos: el plan de Quique Sánchez Flores era aguantar atrás y dejar que pasaran los minutos. Sin Iniesta, el medio campo del Barça es una pasta espesa, en el que las bolas se reparten pero siempre con una marcha menos y con dificultades para generar espacios.

Quizás por eso el Barça optó por no volverse loco, mover la pelota y esperar el momento justo para clavar el puñal: fue curiosamente el Espanyol el que se disparó al pie con un error infantil de Jurado, que aprovechó Suárez, siempre al acecho como un ‘9’ de siempre. El delantero uruguayo, con su insaciable voracidad y su proverbial instinto asesino, olió la sangre, recogió el regalo blanquiazul y lo depositó al fondo de la portería. Ahí se terminó el partido. El Espanyol es hoy un equipo diseñado para defenderse y por detrás en el marcador solo era cuestión de minutos recibir la sentencia definitiva.

El Barça dejó que la ley de la gravedad del fútbol actuara de manera natural: el equipo mejor, el que tiene más pólvora, acabó imponiéndose por su propio peso y su propia experiencia. A falta de tres jornadas, el Barça no afloja, ha cruzado el río más importante de los que le quedaban, y sabe que a partir de la próxima jornada empieza una nueva Liga para el Madrid, porque tendrá que compaginar el campeonato doméstico con una eliminatoria durísima contra el Atlético. El equipo de Zidane tuvo que volver a tirar de la épica por enésima vez, y otra aparición milagrosa, esta vez de Marcelo, lo volvió a salvar del precipicio. ¿Hasta cuándo aguantará el Madrid al filo del abismo?