LA OPINIÓN

Jugar a pelota o jugar al fútbol

Messi supo evolucionar y pasar de saber jugar a pelota a jugar al fútbol

Messi supo evolucionar y pasar de saber jugar a pelota a jugar al fútbol / sport

Xavi Torres

Primero, ante todo, transmitir mis felicidades. A Leo, por sus 29 años, y a los aficionados al fútbol por tener la suerte de vivir para ver. El mejor.

En once temporadas en el primer equipo, Lionel –que es como le llaman en casa– ha convertido al Barcelona en la referencia mundial del sector a base de títulos (el qué) y de fútbol (el cómo). Y esa es su mayor grandeza. Al 10 por excelencia no le ha interesado nunca nada más que el balón y por eso la crítica ha coincidido en destacar su rendimiento profesional disfrazado con la misma actitud que exhibía como niño futbolista. Sin embargo, estando de acuerdo en el espíritu de la comparación, hay una diferencia enorme: Leo Messi pasó de saber jugar con una pelota a saber jugar a fútbol.

Su obsesión siempre fue llegar al gol por el camino más corto, sin filigranas, sin regalos, sin envoltorios innecesarios. Y sin demasiada táctica. El gol maradoniano contra el Getafe (que no fue el único de estas características) exhibió el primer Messi extremo derecho, que tirando de instinto empezó a maravillar en el equipo entonces dirigido por Frank Rijkaard. Fue Guardiola quien lo convirtió en falso 9 y le obligó a pensar desde la centralidad de su nueva demarcación. Porque sí, nada. Y rápidamente se situó a la altura de lo que se esperaba de un genio como él. 

Hoy, desde el falso 7 bajo la batuta de Luis Enrique, demuestra cada día, en cada encuentro, su espectacular crecimiento futbolístico ya convertido en el mejor goleador y también, en el número uno de los pasadores. Eso sí, con la misma premisa de siempre: goles sin aspavientos. No hay en el mundo ningún futbolista capaz de ver, leer y entender el fútbol mejor que Messi. Por todas estas circunstancias que he reseñado es el mejor delantero, el mejor medio y sería el mejor lateral derecho si jugara en esa demarcación. Porque lo entiende.

Miedo. Es lo que produce pensar que llegará un día en el que Leo se irá. Pero de eso ya hablaremos otro día...