Jorge Lorenzo, la soledad acompañada

Jorge Lorenzo no se sintió cómodo en la clasificación del GP España

Jorge Lorenzo no se sintió cómodo en la clasificación del GP España / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

La moto que dejó, la Yamaha, lidera el campeonato en manos de Viñales.

La moto que pilota este 2017, la Ducati, es segunda del certamen con su compañero de equipo Andrea Dovizioso al manillar.

Jorge Lorenzo tiene un problema. Importante. No se adapta a la Ducati; como no lo hicieron en su momento otros, dado el singular comportamiento de la moto de Borgo Panigale.

Pero no le contrataron para que fuera séptimo del campeonato, a 59 puntos del líder después de solo seis carreras, pese al esperanzador podio de Jerez.

Que ganara Dovi en Mugello escuece, pero podría tener un pase por aquello del factor campo y las características del circuito de la Toscana (idénticas para todos). Pero que Petrucci y Bautista también quedaran por delante es grave. Y humillante.

Que alguien de su categoría indiscutible esté sufriendo como resulta evidente demuestra que el problema no debe ser de fácil solución.

Ojo con él. Hay que abordarlo a fondo y, probablemente, con mucha mayor dedicación de la que se transmite. Y digo transmite porque Jorge vuelve a destilar esa opacidad que le caracteriza en los períodos en los que las cosas no funcionan. Ya lo hemos vivido otras veces.

El año pasado era la lluvia, o el neumático delantero. Ahora el paso por curva. Cuidado. La historia está llena de casos de pilotos que se desvanecieron al no adaptarse a un cambio de moto tan radical como el que ahora vive el mallorquín.

Cuando firmó por Ducati ya sabía lo que le esperaba. Por eso le pagaron lo que le pagaron. Ahora las quejas sólo pueden ahogarse con trabajo y más trabajo. Lorenzo tiene capacidad para revertir la situación. Si decide centrarse, claro, y olvidarse del trasiego Lugano-Andorra-la luna que lleva últimamente. Tonterías como lo del avión privado y la limousine de Jerez sobran, como sobró en su momento el video de su casa del Maresme. No puede repetir según qué errores. Que ya tenemos 30 años. Y cinco campeonatos del mundo, tantos como victorias en Montmeló. Capacidad y tiempo aún juegan a su favor.