TEATRO DEL BUENO

Inda-pendencia

Eduardo Inda contestó a Piqué en su videoblog de OK Diario

Eduardo Inda contestó a Piqué en su videoblog de OK Diario / sport

CARLES SANS

Me parece sociológicamente curiosa la ubicuidad de Eduardo Inda y la dependencia que de él tienen algunos canales en los que interviene como opinante. Inda, por si todavía queda alguien que no sepa de quién hablo, es un periodista peinado a la antigua, de nudo grueso y deje cheli, que exceptuando en ‘Sálvame’, campa a sus anchas por casi todas las cadenas amantes del debate apasionado. Inda está en esos programas porque anima el cotarro con vocingleros “traca-tracas” que barnizan el debate de una sapiencia engañosa y sobrada. En ellos se arma de argumentos inútilmente refutados por ‘sparrings’ que a veces incluso le asisten para que remate a placer contra quienes le parecen lo peor.

Ahora Inda está encantado porque se ha hecho más famoso todavía gracias a Gerard Piqué, excelente jugador, que le calificó hace unos días de “marioneta de Florentino Pérez”. Piqué, al que no conozco personalmente, me parece un chaval ocurrente, que no se arredra ante nadie. Es un futbolista que se sale de lo común, sobre todo fuera del campo, y eso le cuesta algunas pitadas de madridistas ofendidos y requetespañoles enfurecidos, por suponer que, además de catalán, es independentista. Ahora Inda se frota las manos porque desde el comentario de Piqué no paran de darle más protagonismo del que ya tenía. Ciertos programas le invitarán más a menudo y él podrá, trajeado hasta la médula, repartir “traca-tracas” de feria para mayor ‘revolutum’ en torno a su persona. Estaba en su mejor momento y aparece Piqué para echar más gasolina al fuego con el que se calienta. 

Eso sí, ya se sabe cómo es eso de la televisión-ficción: a uno le hacen la ola hasta que un día le borran del guión. En poco tiempo pasas de protagonista al coro, y pasas a vivir más de lo que fuiste que de lo que eres. Le pasará a Inda, pero también a Piqué, porque es la ley catódica y también la del deporte. Injusta, a veces, y cruelmente cierta.