SOBRE EL TERRENO

¿Se imaginan al Madrid jugando al ataque?

Hay que pensar que el Real Madrid será el Real Madrid

Hay que pensar que el Real Madrid será el Real Madrid / MARC CASANOVAS

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

¿Y si vienen a ganar? Mejor, pensarán algunos de ustedes. ¿Y si el Real Madrid decide, no por valentía, no, sino porque no tiene casi nada que perder, salir al ataque? Sí, sí, al ataque descarado desde el pitido inicial. No ¿verdad?, no se atreverán. ¡Ojalá!, rezan ustedes en esas pequeñas parroquias de sus barrios, a las que entran a hurtadillas de sus familiares y amigos para pedir, al santo que sea, una victoria en el clásico.

Anda que no nos vamos a reír (y llorar, y temer, y sufrir) si el Real Madrid, uno de los poquísimos ‘equiparros’ que, si quisieran, podrían hacerlo, se planta en el Camp Nou, en el mismísimo centro del césped, y decide salir al ataque. Sí, ya sé que muchos de ustedes (sobre todo los neutrales, los amantes del fútbol) querrían que así fuese, pues es la garantía, la única garantía, de ver un auténtico partidazo.

Pero me temo (o eso cree Luis Enrique, o eso confesó ‘Lucho’, o de eso está convencido el ‘míster’ culé) que el Real Madrid vendrá a plantarse como hizo el pasado año (que le salió redondo, de fiesta total), con el equipo recogidito (“eso lo hace de maravilla Zidane”, comentó Luis Enrique) y contragolpear en tres pases (o dos), con Cristiano Ronaldo como punta de lanza.

Yo no tengo mucha memoria (ni para esto, ni para lo mío, ni para la familia), pero hay quien recuerda que las veces que el Real Madrid salió a por todas, a tratar de demostrar que también sabe (y se atreve) a jugar como el Barça, salió trasquilado: hace seis años, un 29 de noviembre, José Mourinho se presentó en el Camp Nou con un equipo descaradamente ofensivo (‘Marca’ tituló aquel día “El once de la alegría”) y regresó a La Cibeles con un 5-0 en su equipaje.

Así que tendremos que ponernos del lado de Luis Enrique y pensar, en efecto, que el Real Madrid será el Real Madrid: arropadito, muy arropadito, tensando el arco, con las plumas de sus flechas al viento y el arpón afilado. De cualquier manera, abróchense los cinturones, que diría Pep Guardiola, porque vamos a disfrutar.

Y piensen que vuelve don Andrés. No les diré más. Ni menos.