Florentino se queda solo

El fútbol español vivió este fin de semana otro episodio para el esperpento, aunque esta vez sucedió entre bambalinas, a media luz, como si fuera una representación de sombras chinescas. El lógico aplazamiento por razones de seguridad del Celta-Madrid, que entraba dentro de la absoluta normalidad y que no merecía ningún debate, fue convertido en un ridículo asunto de estado por el Real Madrid y por su caballería mediática, que se encargó de atizar el fuego con la esperanza de lograr que se disputara el encuentro. El Madrid, consciente de que el Celta iba a jugar con suplentes, decidió rebelarse contra los elementos y empezó a disparar por tierra, mar y aire… hasta que se encontró un alcalde responsable y digno. Pues sí, el poder omnipresente de Florentino se topó con Abel Caballero que, ayer, harto del acecho al cual ha sido sometido, sentenció: “El Real Madrid me ha decepcionado”. Para que un alcalde de Vigo acabe diciendo algo así, imagínense las presiones que debe haber recibido… para disputar un simple encuentro de fútbol. Esta vez, las maniobras blancas de palacio han sido tan descabelladas que ni han podido ser atendidas por la Liga ni por la Federación, ni evidentemente por la administración local, y Florentino ha descubierto que el palco del Bernabéu puede ir muy bien para los negocios pero es menos efectivo para evitar el aplazamiento de un partido cuando lo que está en discusión es la seguridad física de miles de personas. En plena pataleta, el Madrid filtraba ayer que estudiaría renunciar a la Liga para incorporarse a una Superliga europea, algo en lo que ya hace tiempo que muchos clubs, entre ellos el Barça, trabajan desde hace tiempo, pero que anunciado ayer en medio del vendaval mediático, no pasaba de ser una rabieta de niño mimado a la que nadie hizo caso. Este fin de semana Florentino ha quemado inútilmente muchas naves, que solo le han servido para certificar que, fuera de su círculo de aduladores mediáticos, se ha quedado solo. Por suerte, el fútbol ya no siempre se arregla con una llamada.