Exhibición del laboratorio de rotaciones

Messi, Neymar y Paco Alcácer formaron el nuevo tridente ante el Athletic

Messi, Neymar y Paco Alcácer formaron el nuevo tridente ante el Athletic / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

Cómo rotar científicamente sin morir en ninguna de la tres competiciones en juego: así podría resumirse el momento actual del Barça. Luis Enrique ha logrado convertir a su equipo en el laboratorio más sofisticado de dosificación que se haya visto jamás. Ayer dio un paso más, y además de sentar a Suárez de inicio, el mismísimo Messi entró en la rueda y aceptó ser sustituido. Es algo tan inusual ver a Messi abandonar el terreno de juego por una causa que no sea una lesión que este hecho se convierte automáticamente en la noticia del partido. Fue por supuesto un cambio pactado, como no podría ser de otra forma, pero que Luis Enrique lo acordase previamente con el jugador le añade más mérito al entrenador, que sabe que si Leo acepta una rotación, nadie en la plantilla puede quejarse.

Es decir, que el laboratorio de rotaciones tiene hoy una autoridad moral incuestionable, y si hay alguien a quien no le gusta deberá cuidarse mucho de decirlo en público. Como sucede en algunas carreras de Fórmula 1, lo más interesante que vimos ayer sucedió en ‘boxes’, básicamente porque en el césped volvimos a certificar lo que ya habíamos presenciado en el Calderón: el Barça confirmó que tiene una pegada descomunal, y que no le hace falta nada para masacrar al rival.

Ayer el Athletic salió a construir un encuentro desde atrás con mucha intención y se adueñó del medio campo en largas fases del encuentro, pero nada puede hacerse ante los arrebatos de Neymar y el talento de Messi. El brasileño está ahora en el punto más dulce del año, aunque sigue reñido con el gol, y la sociedad deliciosa que forma con el mejor jugador del mundo es tan letal que se basta por sí sola para liquidar a cualquiera. A remolque de los de arriba, ayer Alcácer hizo por fin un tanto de puro ‘9’ y Aleix Vidal, con otro golazo, sigue aumentando la leyenda de su ostracismo: nadie sabe lo que sucedió y su gran rendimiento actual no hace sino aumentar el misterio que ha rodeado todos estos meses en que tenía los dos pies fuera del club. Pero esto son solo los divertimentos con los que entretenerse a la espera de que llegue la hora de la verdad.

Ha quedado muy claro que el plan para llegar en forma a esta hora decisiva es la prioridad que condiciona cualquier decisión de Luis Enrique. Ayer asistimos a otra exhibición, no del juego, sino del laboratorio. Que todo sea para competir al máximo cuando llegue el momento crucial.