Empieza una nueva Liga

El Barcelona celebra la victoria del Leganés

El Barcelona celebra la victoria del Leganés / sport

Ernest Folch

Ernest Folch

Una brecha gigantesca se abre en la Liga. En la jornada 12, cuando faltan todavía dos tercios del campeonato, diez imponentes puntos separan ya al Barça del Real Madrid, una diferencia que nadie jamás ha remontado. La distancia es tan sideral que obligatoriamente ensalza al líder blaugrana y señala al descabalcado equipo blanco. ¿Cómo se ha llegado a un abismo semejante en apenas doce semanas de Liga? Por muchas razones pero básicamente porque el Barça, como demostró ayer en Leganés, es una apisonadora sin demasiados miramentos estéticos pero con una eficacia devastadora: con casi nada es capaz de superarlo casi todo. Ayer le bastó con el olfato innato de Luis Suárez para sacar adelante un partido difícil en el que encontró soluciones poco vistosas pero pragmáticas a los problemas nada fáciles que le había planteado un combativo y bien entrenado Leganés.

En el otro extremo, el Madrid es hoy un equipo descompensado, totalmente encallado y con una improductividad manifiesta de su delantera: nada ejemplifica mejor el colapso blanco que la crisis de Benzema y Cristiano, que no solo están reñidos con el gol sino que su aportación se aproxima a la irrelevancia. CR7 ha vuelto a filtrar esta pasada semana que quería irse del Madrid y en el campo pareció que ya había empezado a hacer las maleta. Mientras el Barça de Valverde es un equipo compacto en el que todos van a una y en donde sus estrellas logran un rendimiento regular y bien repartido, el Madrid empieza a dar sensación de desbandada, con jugadores como Cristiano que manejan una agenda propia que nada tiene que ver con la del equipo. La trascendental jornada de ayer sirve también para ilustrar los estados de ánimo de los dos equipos. El blaugrana es un equipo frío y calculador, muy pragmático y poco romántico, pero con una fiabilidad asombrosa, que le ha llevado a ganar 24 de los 26 puntos disputados, el 92% del total.

En cambio, el Madrid mostró en el Wanda una ansiedad excesiva, como si ya fuera consciente de que se le está escapando media Liga, y empezó a dar síntomas de evidente desesperación. Es evidente que es demasiado temprano para dar nada por concluido, y más teniendo en cuenta que faltan todavía dos clásicos, pero no estaba escrito en ningún guión que el 18 de noviembre, en pleno otoño, se produciría esta grieta entre los dos grandes. Y pase lo que pase, queda claro que a partir de ahora todo va a ser diferente: el Madrid va a salir hiperpresionado a cada partido e inevitablemente irá a remolque, mirando de reojo al Barça. Es decir, ahora empieza una nueva Liga. Increíble pero cierto.