Día D, hora H

Todos son abrazos y alegrías cuando un equipo de niños gana un torneo. ¡Solo faltaría! ¡Claro que sí! Los aspirantes a futbolistas deben celebrar sus éxitos como si se tratara de una Copa de Europa. Los límites, evidentemente, deben ponerlos las familias y los formadores, cada uno en su sitio y respetando la posición del otro. Forma parte del aprendizaje y de la diversión, únicos objetivos que deberían marcarse en según qué edades. Lo contrario es fomentar la frustración. ¿Que usted conoce más de un caso en que el proceso no ha sido así? Pues eso.

La hora de la verdad no habla de niños. El primer momento importante llega cuando el adolescente cumple 16 años y, por tanto, ya puede firmar su primer contrato laboral. Su cuerpo se acerca al definitivo y su mente empieza a madurar hacia la personalidad que va a acompañarlo el resto de su vida. Poco después, tras la etapa juvenil, finaliza su camino en el fútbol base. Momento muy difícil para cualquier futbolista y también, para el club. Es la hora de tomar decisiones, de sacar conclusiones, de poner notas, los que aprueban y los que no, los que podrán cruzar los puentes tendidos hacia el primer equipo y, finalmente, los elegidos.

Es evidente que los integrantes de la selección española sub-21 son futbolistas privilegiados. Se formaron para llegar a la cúspide y están cerca de ella. En Can Barça, tres jugadores: Héctor Bellerín, Gerard Deulofeu y Sandro Ramírez. El primero juega en el Arsenal después de tomar la decisión de irse a Inglaterra justo antes de cumplir los 16 (el primer momento complicado de su evolución, como explicábamos antes). Ahora, siendo ya internacional absoluto, es objeto del deseo del Barcelona. ¿A cambio de 40 millones de euros? Sin comentarios. Momento del presidente Bartomeu, que deberá marcar la política y tomar la decisión. Deulofeu ha pasado por todas las categorías pero no ha podido quedarse en el primer equipo. Y ahora, que hay una oportunidad, no la quiere. Prefiere jugar cada domingo y asegurar su presencia en el Mundial ruso. Su trayectoria en el Barça, por lo que se refiere a confianzas, ha hecho que su equipo preferido sea la selección. Nadie como Julen Lopetegui le ha sacado rendimiento. Finalmente, Sandro. Salió gratis del Barcelona para triunfar en Málaga y asegurarse un buen futuro en otro equipo. Los tres jugadores de la sub-21 formados en La Masia no se han quedado en el Camp Nou. De los sub-21, solo Denis Suárez, hecho en la cantera del Celta, juega hoy en el estadio azulgrana. ¿Qué ha pasado aquí? ¿Alguien puede dar respuestas? ¿Cómo es posible que en la hora H del día D el Barça no haya sacado partido de tantos años de inversión?

Cuentan los responsables actuales que el ascenso del Barça B a Segunda A va a dar respuestas a todas estas cuestiones. Cuentan otros expertos que, lamentablemente, no va a ser así. Los que no somos ni una cosa ni la otra, esperaremos atentos.

objetivo cumplido

Felicidades a Gerard López, sus ayudantes y a cada uno de los futbolistas que han colaborado con minutos al ascenso a Segunda A del Barcelona B, o sea, Abel, Abeledo, Aleñá, Alfaro, Borja, Busquets, Cámara, Carbonell, Cardona, Cucurella, Fali, Guillemenot, Gombau, Kaptoum, Marlon, Martínez, Mboula, Moi, Mujica, Nili, Paik, Palencia, Perea, Puig, Romera, Sarsanedas, Suárez, Tarín, Varo, Vilanova y Xemi. Era el objetivo único del club. Ni la formación ni el fútbol. Solo el ascenso. Por tanto, como el planteamiento no tiene matices, la conclusión también es clara. Muchas felicidades. El objetivo se ha cumplido. Con la coherencia de los responsables, con su sentido común, con su mirada, Gerard López debe continuar el año que viene al frente del equipo.

La historia solo recordará la estadística, el éxito y el ascenso. Veremos si esa misma historia no se verá obligada en algún momento a reflejar un cambio de directrices en la cúpula de la organización del club que prescindió de todas las esencias para lograr un éxito puntual. Esperemos que no sea pan para hoy y hambre para mañana. Veremos si la historia no se ve obligada a recordar una terrorífica frase del más alto ejecutivo deportivo de la entidad, Albert Soler, que dejó a todos los asistentes a la reunión con la boca abierta y que, como consecuencia, nadie ha podido olvidar. Tiempo al tiempo.¿La frase? La historia dirá...