La derrota aflora viejas heridas en el Madrid

Ramos estuvo desafortunado dentro y fuera del césped

Ramos estuvo desafortunado dentro y fuera del césped / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Ha bastado una sola derrota para que afloren los problemas en el Real Madrid. Los blancos salieron del Sánchez Pizjuán con heridas de diversa consideración, algunas de pronóstico reservado. El primer efecto del hundimiento del Madrid en los últimos minutos de partido ha sido el de redimensionar a un Zidane hinchado e hipervalorizado por unos medios que llevan años buscando a su Guardiola o a su Luis Enrique, una figura a partir de la cual poder justificar la existencia de un proyecto deportivo. Zidane ha sido desde el primer día un entrenador exquisito y con una gran capacidad de empatía con los medios, y ha dado muestras de saber llevar un vestuario muy complicado, pero está todavía por descifrar hacia donde va su ideología futbolística. En el Sánchez Pizjuán apareció un Zidane temeroso y especulador, que se encontró el partido de cara cuando no lo merecía y que no tuvo capacidad de reacción cuando se desató la tormenta del Sevilla. Se ha construído una aura de ganador a su alrededor, a veces de manera forzada, pero cuando todo se basa únicamente en los números, aparecen las deficiencias el día en el que los resultados ya no pueden seguir maquillando la realidad. Lo cierto es que el fútbol de Zidane sigue rodeado de un gran misterio, y los que basaban todas su teorías en las estadísticas, deberán plantearse un discurso más elaborado.

PRESUNTA ESTABILIDAD. En el Sánchez Pizjuán, Zidane se hizo los primeros rasguños, pero hay quien profundizó viejas heridas. Cristiano mostró una vez más un juego pobre, con síntomas de declive físico, y se le vio con serias dificultades a la hora de encarar. Los precedentes nos dicen que CR7 suele digerir mal los banquetes de egopremios, como ha sucedido ahora con el Balón de Oro y el ‘The Best’. Jugar a la ficción de ser mejor que Messi en una votación es una cosa, serlo de verdad en el campo es otra completamente diferente. Está también la herida abierta de Sergio Ramos con su pasado sevillista, un problema que se creó él solo con un penalti y una celebración innecesaria, y habrá que ver cómo lo procesa. Y por último se ha abierto el frente de la portería, con un Keylor Navas muy discutido desde dentro, que tiene pinta de estar jugando su último año como titular en el equipo blanco. Todo esto ha sucedido con una sola derrota. Señal de que la pretendida estabilidad blanca era más presunta que real.