Demasiadas lagunas en todas las líneas del equipo

Neymar ya había protestado en el campo

Neymar ya había protestado en el campo / AFP

Pichi Alonso

Pichi Alonso

DE LA PRESIÓN A LAS BANDAS. El Barça jugó mal por muchos motivos, pero dos elementos marcaron el desenlace de un juego muy, pero que muy espeso –errores arbitrales a un lado–. En primer lugar, una vez más, el equipo quedó maniatado con la presión alta del Betis. Un equipo poco habituado y con pocos recursos para ejercer este tipo de sacrifico encontró la manera de ahogar la salida de balón azulgrana. La segunda clave genérica es la pérdida de ambas bandas. Piccini y Durmisi causaron estragos en sus carriles frente a la evidente inferioridad de Aleix Vidal y Digne.

centro del campo desorientado.

A la pérdida de balones continua y la desconexión del tridente –Messi entró poco en juego y solo Neymar lo intentó en ocasiones puntuales– hay que añadir otro factor clave en el juego del Barça: el centro del campo desapareció casi por completo en la segunda mitad. Sin líneas de pase, adiós al control del juego y del partido. Así de simple. Como muestra los cambios radicales de Luis Enrique en la segunda mitad, incluyendo el retoque del dibujo con la apuesta por el doble pivote. Era plenamente consciente del caos en la zona ancha. Autocrítica profunda en un partido con pocas notas positivas. Y a todo esto incidir en la reflexión sobre la necesidad de recurrir a la tecnología en acciones puntuales, como la del gol no concedido. Nada que ver con rearbitrar los partidos.