Teatro del bueno

Cuestión de filosofía

Robert habló de la cantera en la presentación de Digne

Robert habló de la cantera en la presentación de Digne / sport

Carles Sans

Mientras en Portugal todavía colea la fiesta de celebración de la Eurocopa, aquí los barcelonistas observamos con frialdad unos fichajes de los que no sabemos si debemos alegrarnos mucho o un poco. Tal como decía Ernest Folch en su artículo del miércoles pasado, debemos mentalizarnos del nuevo perfil que se ha impuesto el club, es decir, contratar gente joven a precios razonables. La verdad es que desde que supe que se fichaba a Umtiti, me miré con mucho detenimiento su participación en la Eurocopa, y lo cierto es que, a pesar de su edad, me pareció un jugador serio y concentrado, de una madurez que presagia ser un buen refuerzo para la defensa. Claro que algo similar hemos pensado de muchos otros que han pasado sin pena ni gloria y que habían triunfado en sus equipos de procedencia; pero, en esta oportunidad, cero que el fichaje nos puede dar buenos resultados, a ver qué pasa. Ojalá ocurra lo mismo con el de Digne, un francés con el que ningún barcelonista ha soñado ni siquiera una sola vez. La cuestión es que --ya lo comenté en mi anterior artículo-- las cosas van en esa dirección en un Barça económicamente cauto. Veremos cuál será la siguiente sorpresa, a ver a quién nos descubre Robert Fernández. Ya que vamos por este camino, me alegraría mucho que unos jugadores tan poco conocidos llegasen a triunfar, demostrando que el “método Monchi” no es patrimonio del sevillista y que desde nuestro Barça se puede también pescar en caladeros más asequibles que en los que estábamos acostumbrados. Dicho lo cual, nada va a ser barato, porque, como comentaba Folch, el Barça encarece por si mismo el precio de los jugadores por los que se interesa.

Viendo celebrar la victoria de la Eurocopa a Cristiano y sus compañeros, me acordé de aquella final del 2004 en la que Grecia, no jugando a nada, se llevó inmerecidamente el trofeo frente a una Portugal que fue mucho mejor. Pues bien, en la final contra Francia, Portugal jugó a casi nada y se llevó la copa ante una Francia que lo único que no hizo en comparación con su oponente fue marcar. Hace un par de días los informativos sacaban unas imágenes de la celebración lusa por las calles de Lisboa; los jugadores cantaban una canción en cuya letra había un párrafo que decía: “hemos ganado, que más da si jugando bien o mal…”  Eso define la filosofía desde la que son felices. Pues nada. Enhorabuena.