Cristiano: ¿Y ahora, qué?

Cristiano, protagonista por sus problemas con Hacienda

Cristiano, protagonista por sus problemas con Hacienda / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

No falla: el tiempo acaba poniendo las cosas en su sitio. Ayer la fiscalía anunció una querella contra Cristiano Ronaldo por defraudar a Hacienda nada más y nada menos que 14,7 millones de euros, dice textualmente, “de manera consciente”. Estamos hablando de un fraude que triplica el de Leo Messi, y que podría comportar penas de prisión de entre 2 y 6 años. Hay que reconocer, en primer lugar, que la intervención de la fiscalía ha servido para recobrar la confianza en la justicia, porque ha llegado a tiempo de impedir que se archivara el caso, y se ha evitado tener dos criterios distintos ante lo que muchos juristas ven como dos casos similares, aunque la cantidad presuntamente defraudada por CR7 es muy superior a la de Messi.

Técnicamente, pues, se ha obrado con coherencia y es innegable que hoy las teorías de la conspiración son mucho más débiles que ayer: cuando la justicia actúa racionalmente las manos negras caen por su propio peso. Aunque, no nos engañemos, queda todavía un largo camino por recorrer: cuesta creer que un abogado del Estado se atreva nunca a comparar a Cristiano con un “capo criminal” o que le veamos algún día tener que pasar por la tortura de ser fotografiado en un juicio. En cualquier caso, el agravio comparativo entre CR7 y Messi no es judicial sino mediático.

Porque es ahora cuando es necesario recordar las portadas y horas de radio y televisión que se montaron alrededor del fraude del jugador azulgrana, que de repente, en el caso del jugador del Real Madrid, se han transformado en silencio o en improvisados breves para cubrir el expediente. Ayer había incluso quien ilustraba la noticia con fotos del jugador vestido con la camiseta de Portugal para que quede claro que las Champions son blancas y los problemas con la justicia, portugueses. A pesar de todo, el juicio de verdad de momento avanza con coherencia aunque, visto lo visto, es altamente dudoso que el juicio mediático siga las mismas reglas. A muchos de los que se ponían las manos en la cabeza con Messi, basta con hacerles hoy una sola pregunta: ¿Y ahora, qué?