Colleja a los padres

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Carles Sans

Carles Sans

Siempre que hay parón de selección es más difícil encontrar un tema del que hablar y que resulte distinto del que hablan otros. En estos días se ha escrito mucho del 3-4-3 de Luis Enrique y de las posibilidades del equipo de conseguir, a 10 partidos del final de la Liga, las tres copas a las que el Barça tiene opción. Pero, lejos del universo culé, ha habido un desgraciado asunto del que se ha hablado. La violencia ejercida por los padres en los partidos de sus hijos por esos campos de España. Gracias a las imágenes que alguien grabó y a los medios que lo han difundido, se ha podido comprobar lo patéticos que son algunos padres que deberían avergonzarse de protagonizar episodios que son más comunes de lo que imaginamos. Según unas declaraciones de una colegiada que arbitra partidos de este tipo y que he leído en El Confidencial, siempre hay más conflictos cuando asisten los padres al partido que cuando no van. Ellos soliviantan a sus hijos arropándoles en lo bueno, pero también en lo malo. Y hay muchos padres, y eso lo mantengo siempre, que no merecerían serlo. Personas que no sirven para responsabilizarse de la educación de un hijo sobre los valores como el respeto, la solidaridad y la deportividad, tan necesarios para ser buenas personas y grandes deportistas. De padre zafio, hijo patán; no falla. Me pone los pelos de punta ver cómo dos bandas de padres son capaces, delante de los niños, de zurrarse a puñetazo limpio como argumento para tener la razón. ¿Qué les van a contar a esos niños después de esas escenas tan bochornosas? El Sindicato de Árbitros ha denunciado más de 400 agresiones en tres años. La cuestión viene de fondo: esos mismos padres fueron a su vez mal educados por los suyos, y esa cadena no la para nadie. La verdad es que parece un contrasentido desear darles una colleja, de esas que nos daban cuando éramos niños y nos portábamos mal; pero es que no es lo mismo la colleja que pone orden que el puñetazo que resquebraja la decencia de cualquier persona.