Se busca presidente para el futuro

Bartomeu, en el Camp Nou

Bartomeu, en el Camp Nou / VALENTÍ ENRICH

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Si una cosa ha quedado clara en la crisis de confianza que ha vivido el Barça este verano, es que en el mundo del fútbol las cosas nunca más serán como antes. Los clubs deportivos tienen que ser empresas. No valen estructuras del pasado ni planteamientos sentimentales. El progreso es imparable, guste o no guste; corre a gran velocidad de la mano de la televisión y las nuevas tecnologías hacia un modelo de negocio donde el espectáculo es lo que se impone. Un club que factura mas de 700 millones no puede estar regido por una peña de amigos. Cuando compites con entidades que tienen detrás a gobiernos, fondos de inversión y poderosas multinacionales, toca replantearte el futuro para no perder el tren de la prosperidad.

El Barça, este verano, se ha visto azotado por un tsunami para el que no estaba preparado. Le han pasado cosas que no le habían pasado nunca, de ahí que los socios hayan perdido la confianza en sus dirigentes, ya que se han visto superados por los acontecimientos. Por primera vez le han quitado un jugador valioso pagando la cláusula de rescisión. Como quien va a un concesionario a comprar un coche, el PSG ha venido con 222 millones y se ha llevado a Neymar. Por primera vez también, la secretaría técnica no ha podido fichar a los jugadores que quería. Un fenómeno al que tendremos que acostumbrarnos, ya que no somos los más ricos ni los más poderosos. Por primera vez en más de diez años no hemos sido cabezas de serie de la Champions ni partimos como favoritos en la Liga. Es evidente que algo está cambiando.

Quien ha experimentado en sus propias carnes el cambio radical que vive el fútbol ha sido Bartomeu, que se ha encontrado de golpe navegando por un mar de tormentas sin tener el barco asegurado ni la tripulación adecuada. Lo ha pasado mal hasta el punto de soñar algún día con otro tipo de vida. Pero no es de los que tira la toalla al primer contratiempo. Es un tipo luchador y resistente que quiere revertir la situación. Le quedan todavía cuatro años de presidencia en los que quiere cambiar muchas cosas, siempre y cuando los resultados deportivos le permitan cumplir sus planes.

Lo que se tiene que plantear el barcelonismo con seriedad y rigor, con decisión y valentía, es el modelo de club para poder continuar siendo un líder mundial. El presidente del futuro no tiene que hacer de bombero apagando incendios, poniendo parches o haciendo declaraciones para calmar la situación. La prueba más evidente de que la rueda de prensa de Soler y Fernández no sirvió para nada es que Bartomeu tuvo que salir dos días después a la palestra, ya que existen muchas dudas sobre el potencial real de la nueva plantilla.

El presidente del futuro no pasa por los candidatos de siempre que se mueven solo cuando el club se tambalea, se necesita savia nueva. Valorando presente y futuro, llegamos a la conclusión de que para Laporta, Benedito y Freixa su tiempo ya pasó, el futuro reclama otro estilo de gestión menos personal, más profesional. Mientras tanto, Bartomeu tendrá que encajar las críticas por mantener una directiva superada por los acontecimientos y por elegir unos ejecutivos que no dan la talla.