Buffon, entre Messi y CR7

Buffon se ha colado en la habitual pugna entre Messi y Cristiano

Buffon se ha colado en la habitual pugna entre Messi y Cristiano / sport

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Papá tenía un amigo del alma que, como él, murió de cáncer. El amigo de papá era único, especial, maravilloso. Fue el que convenció a papá para que, de jóvenes (nosotros), es decir, hace más de 50 años, fuésemos a veranear a Santes Creus y dejásemos Santa Coloma de Gramenet donde la abuela Consuelo tenía una casita, lugar maravilloso para nosotros, donde pasábamos los veranos. Pues sí, nosotros veraneábamos en la maravillosa Santaco, cuando era un estupendo pueblo, al que se llegaba con un autobús de la TUSA. La casa de la abuela daba a un barranco 

¡para que vean!

El amigo de papá era el fantástico (fotógrafo, claro) Ramón Dimás. Ramón y papá se veían continuamente, compartían vidas y, también, profesión. Y hasta familias. Y ambos eran grandes amigos, colegas y cómplices del inmenso Ladislao Laszy Kubala, uno de los enormes futbolistas que hemos visto todos. Kubala siempre les contaba a sus amigos que la mayor desgracia para él (desgracia cariñosa, por supuesto) hubiese sido que uno de sus hijos (lo hubo delantero centro, sí) le saliese portero de fútbol.

“Ser portero es un desastre”, relataba Laszy a sus amigos del alma, que le habían curado, en alguna sauna, cierta borrachera la noche antes de un partido, “porque cometes un error y es gol; sin embargo, si eres delantero, puedes fallar tanto como quieras que si al final, en el minuto 90, metes el gol de triunfo, sales a hombros del estadio. No tiene sentido. Los porteros ganan un montón de partidos y nadie se lo tiene en cuenta. Yo, por poco que pueda, no dejaré que mis hijos sean porteros de fútbol”. Todo eso, y mucho más, le contaba Kubala a papá y Ramón en la zapatería de Lina, la secretaria, amiga y protectora de la estrella del 

Barça.

Pensaba en estas cosas mientras veía el último Mónaco-Juventus de la Champions. Lo pensaba a medida que la figura, el cuerpo, la estatura de Gianluigi Buffon, de 39 años, se iba agrandando, superaba el larguero y sacaba la cabeza por la cubierta del estadio Luis II, de Mónaco. Tan grande es, sí, Buffon, tan certeras sus paradas y, sobre todo, tan impresionante su personalidad. Cuentan que, al final de ese duelo, del que Buffon salió como el más destacado y ganador, el veterano portero de la Vecchia Signora le cambió la camiseta al joven Kylian Mbappé. “Se la he cambiado a él porque es el más joven, le saco 21 años, y me acuerdo de que, cuando yo empezaba, nadie quería cambiarme la camiseta. Por eso le he pedido su camiseta”.

Lo voy a decir ya: 

Buffon merece el Balón de Oro. Gane o no la Champions, que, por cierto, es el único gran trofeo que no ha ganado. Los demás, los tiene todos. El juventino suma más de 1.000 partidos como futbolista profesional. Tiene el récord de imbatibilidad en el Calcio, 937 minutos. Es (y esperen, esperen, que esto sigue), el portero que más títulos de la Serie A tiene en sus vitrinas: siete. Ha defendido la camiseta de la selección italiana más veces que nadie: 168 partidos. Acumula 17 encuentros en la Eurocopa, ningún otro guardameta ha disputado tantos duelos como él. Ganó el Mundial de 2006 con Italia. Y todavía encabeza la lista de los porteros más caros de la historia del fútbol: en 2001, la Juve pagó 53 millones de euros por él al Parma.

Con este currículo, como muy bien recordaba el otro día Juan I. Irigoyen en ‘El País’, cualquiera ya estaría retirado. Él no. A sus 39 años, Buffon tiene un sueño: quiere estar presente en la Copa del Mundo de 2018. Y si el guardameta de la Juventus llega a Rusia, se convertirá en el jugador con más Mundiales, seis, por delante del mexicano Antonio Carbajal (jugó desde Brasil 50 hasta Inglaterra 66) y del alemán Lothar Matthäus (participó desde España 82 hasta Francia 98). Él y su Juve (y nunca mejor dicho) van camino este año del triplete (Scudetto, Copa y Champions).

Cuando le preguntan por su longevidad, Buffon recuerda que es el puente “entre tres generaciones: solía jugar con futbolistas nacidos entre los años 50 y 60 y acabaré haciéndolo con los que han nacido más allá de 2000”, explica el portero, que tiene contrato con la Juve hasta junio de 2018. No lo alargará más. Suficiente. No le han metido un gol en octavos, cuartos y, de momento, semifinales de la Champions. Merece el Balón de Oro, premio que solo han concedido a un portero: el mítico guardameta ruso Lev Yashin, ‘La Araña Negra’, del 

Dinamo de Moscú. Fue en 1963. Ya toca.