Brutal capacidad de supervivencia

Leo Messi volvió a ser decisivo en la victoria del FC Barcelona ante el Atlético

Leo Messi volvió a ser decisivo en la victoria del FC Barcelona ante el Atlético / AFP

Ernest Folch

Ernest Folch

Un partido agónico, vibrante y disputado como si a los dos equipos les fuera la vida sirvió para enseñar la gran virtud del Barça que ha construido Luis Enrique: una brutal capacidad de supervivencia, sin parangón en el fútbol mundial.

El equipo blaugrana caminó en varias fases del encuentro con un pie y medio en el abismo y cada vez que parecía que iba a caer se mantenía en pie, básicamente porque nadie cree tanto en sus propias fuerzas como lo hace este equipo.

Lo que ganó el Barça en fe lo perdió en juego desde el primer minuto, en un partido en el que el Atlético dominó desde el principio como si fuera el mismo Barça y como si jugara en su propio campo. Es difícil encontrar una primera media hora del Barça en el Camp Nou en los últimos años en la que haya sido dominado de una manera tan clara. Ahí el Atlético tuvo el partido, pero demostró la ingenuidad que le acompañaría el resto de la noche. El equipo colchonero tuvo a los blaugranas contra las cuerdas, pero falló ocasiones muy claras, incluido un penalti tirado a la basura por Gameiro y una expulsión de Carrasco, que le dio oxígeno al Barça cuando se había quedado con diez jugadores por expulsión de Sergi Roberto.

El partido pareció en muchos momentos el cuento del mundo al revés y se transformó en un ejercicio futbolístico inédito, con un Barça que se defendía sin saber defenderse y un Atlético que atacaba sin saber atacar, los dos conjuntos con los papeles invertidos y sin saber qué hacer con ellos. Una vez más, quedó claro que el equipo blaugrana está programado para atacar y que cuando se le modifica este software produce frankensteins inquietantes como el que vimos anoche, en el que el juego del equipo estuvo vacío y desconectado, a expensas solamente de lo que se le ocurriera a un Messi aislado del resto del equipo. Bastaron dos apariciones del genio argentino: una para provocar el gol decisivo de Suárez tras una conducción imposible y otra en una falta espectacular que solo pudo parar el travesaño, y aun así el aislamiento de Messi recordó por momentos el que vive en la selección argentina, a expensas únicamente de su propio talento. Sin embargo, no es casualidad que este equipo alcance su cuarta final de Copa consecutiva y siga sumando hitos, porque el Barça es una máquina diseñada para ganar. Una vez más, en una situación límite, el conjunto de Luis Enrique apretó los dientes y volvió a sobrevivir.