El Barça sí controla el uso de las redes sociales de su fútbol base

La plantilla del Infantil B, en la presentación de la Masia360

La plantilla del Infantil B, en la presentación de la Masia360 / sport

Toni Frieros

Toni Frieros

Hace dos años y medio, el entonces director de comunicación del FC Barcelona, Albert Montagut, se presentó en el despacho de Luis Enrique y le entregó el llamado ‘Libro Blanco’ del uso de las redes sociales para los jugadores del primer equipo. El técnico no mostró ni mucho ni poco interés por ese compendio de normas inspiradas en competiciones tan profesionales como la NBA o la NLF americanas.

El libro ha seguido ahí, criando polvo,  ya que ni Luis Enrique ha creído oportuno aplicarlas ni el club en ponerlas en funcionamiento porque, entre otras cosas, aún continúa esperando que esa regulación parta del organizador del torneo, es decir, la Liga de Fútbol Profesional (LFP), a imagen y semejanza de la NBA.

Mientras tanto, en ese limbo, los jugadores han hecho de su capa un sayo, han ido a su conveniencia (como la repentina obsesión de Piqué con Periscope) y han provocado gruesas polémicas, principalmente en Twitter.

Todo eso no ocurre, por ejemplo, en el fútbol formativo ni en las secciones profesionales base. Al inicio de la temporada, todos los chicos, desde el Cadete A hacia abajo, reciben una charla por parte de Mario Ruiz, el responsable de comunicación. Los jugadores tienen la obligación de aceptarle en Twitter, Instagram, Facebook y Snapchat, de modo que Ruiz, el profesional del club, puede ver qué publican en cada momento en las redes sociales.

Un control aceptado de buen grado y que viene precedido de una serie de sabios y certeros consejos. El primero, que tienen libertad de uso, pero deben hacerlo con sentido común. Han de actuar de forma natural, sin olvidar que son una figura pública y que representan al FC Barcelona. 

Se les educa recordándoles que Internet y las redes sociales son como un tatuaje, que todo queda grabado y que, por lo tanto, un día puede volverse en su contra.

Tienen prohibido criticar a árbitros, rivales, público, entrenadores, periodistas o hacer comentarios despectivos. Entre las 23.00 y las 08.00 horas se les aconseja no usar las redes sociales. Y obviamente,  nunca en el vestuario ni en los desplazamientos.

También se les pide que revisen lo que escriben para no cometer faltas de ortografía y sobre todo que no suban fotos con el torso desnudo o en posición sexy.

Recientemente un chico, con total inocencia, publicó en Instagram una foto en la piscina del hotel. Su equipo estaba disputando un torneo en un país de Oriente Medio. El club le pidió que la borrara porque debía entender que estaba en una competición, no de vacaciones. Una buena forma de formarlos y educarlos.