El Barça baja del cielo a la tierra

El Barcelona se pegó un'batacazo' en Riazor

El Barcelona se pegó un'batacazo' en Riazor / MARC CASANOVAS

Ernest Folch

Ernest Folch

No nay nada más duro que bajar de golpe del cielo a la tierra. El Barça sufrió un aterrizaje forzoso al mundo real, y comprobó la distancia que separa al espacio mítico por donde vagan las leyendas de un Riazor lluvioso solo apto para currantes. El partido contra el Deportivo solo iba en realidad de una cosa: gestionar el tsunami provocado por la hazaña ante el PSG, y hacerlo además en un tiempo récord. Menos de cuatro días para administrar una sobredosis de gloria que es exagerada incluso para unos jugadores acostumbrados al elogio contínuo. Y no pudo ser y es hasta cierto punto comprensible. El fútbol volvió a enseñar su poder reequilibrador: este deporte soporta mal las euforias, y la experiencia nos dice que todo termina por compensarse. Lo que no sospechábamos es que la corrección se produciría a tanta velocidad. 

El Barça se plantó en Riazor resacoso, con ojeras, todavía tambaleante tras la mayor gesta de su historia. Y ni siquiera pretendió disimularlo: desde el primer minuto su juego fue espeso como el dolor de cabeza tras una noche de borrachera. Dio la sensación desde el primer minuto que el partido pillaba al Barça a contrapie, y que el sobreesfuerzo que pedía el momento, con un rival incómodo, bien organizado y luchador, y un clima lluvioso y desagradable, era demasiado tras la detonación mundial que supuso la victoria ante el PSG. En estas circunstancias, con un Messi muy poco participativo, Iniesta otra vez al banquillo, y sin ninguna velocidad en el juego, el equipo echó en falta a Neymar más que nunca. El héroe del miércoles es hoy el jugador más dinámico del Barça y sin su extraordinaria movilidad el conjunto de Luis Enrique pareció más paralizado que nunca. 

Más que a los titulares, que arrastraban un agarrotamiento lógico, el encuentro dejó mal parados a los suplentes que venían descansados, como Arda, Denis y especialmente André Gomes, un día más perdido y confuso. Tampoco la entrada de Alcácer aportó nada relevante. Era un día apropiado para plantear rotaciones, visto el desgaste del miércoles y se esperaba que los que no jugaron contra el PSG aportasen al menos un mínimo de frescura a sus compañeros. La clase media del Barça, fichada a golpe de talonario, acumula otra decepción, y confirma que, para sumar actuaciones como las de ayer, es más económico, inteligente y práctico tirar de cualquier talento de la cantera. El tropiezo en Riazor no es todavía el fin de la Liga aunque deja al equipo cada vez con menos margen de maniobra. Y sirve para recordar que los defectos que hay que corregir son los mismos que antes de la hazaña ante el PSG. Las gestas son maravillosas pero no hacen desaparecer los problemas.