Así, así, así, gana el Madrid

Zidane da órdenes a sus jugadores durante el Villarreal - Real Madrid de la Liga 2016 / 2017

Zidane da órdenes a sus jugadores durante el Villarreal - Real Madrid de la Liga 2016 / 2017 / EFE

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

No nos engañemos. Aunque hace ya meses, años, que hemos empezado a saber quiénes son los Reyes Magos ¿verdad?, lo que quiero decir (y ustedes ya me entienden) es que la jornada de ayer y, más concretamente, el partido del Vicente Calderón, no era un día para pasar cuentas. Llevamos muchas semanas, partidos y competiciones diciendo que el Barça ha perdido su juego, su estilo y su bella manera de ganar (y jugar) a fútbol. Llevamos días diciendo que lo del Parque de los Príncipes fue lamentable, pero no solo por parte de Luis Enrique, que se retrató (y bien fotografiado) en su desplante frente al compañero de TV3, sino también, también, por parte de las estrellas, todas, algunas de las cuales, como Sergio Busquets, que ayer batió su récord (siempre mínimo) de balones pérdidos (10), no están en su mejor momento.

Pero lo de ayer era un punto y aparte. Ayer había que ganar, sí o sí. Había que partirse la cara, volver a ser competitivos, echarle lo que le echan los rivales, corazón, ganas y pelea y salir adelante. Ganar, sí o sí. Y, cierto, nadie pedía un gran juego ni un gran partido. Se pedía la victoria, la que consiguieron. Se pedía actitud (fabulosa), dedicación (extraordinaria), creer (¡vaya si creyeron!) y conseguir tres puntos para rearmarse (todos, sí, sí, también la afición, la que cree y la que duda) de cara a futuros retos. Y no, no, no hablo del PSG, que queda aún lejos. Hablo de que el equipo (el que fuese) y la estrategia (la que fuese, 3-4-3 en ataque, 4-4-2 en defensa) ayudase a ganar el partido. Y, sobre todo, había que conseguir ese abrazo final de todos, incluido un eufórico ¡por fin! Leo Messi, que marcó el gol del triunfo, como tantas otras veces. La ‘Pulga’, que, incluso, al acabar el partido se dirigió a aplaudir y despedirse de los seguidores azulgranas –¡lo nunca visto!– que había en el Calderón, lleva ¡tremendo! nueve temporadas seguidas marcando, como poco, 20 goles en Liga. El de ayer, que celebró como no celebró el penalti ante el Leganés, hace que el Barça respire y crea. Insisto, no hablo de juego. No era el día, ni la jornada, ni el rival, ni el momento, ni el estadio, ni siquiera la hora, pues se jugaba antes del Villarreal-Real Madrid y lo que había que hacer era ganar. Para meter miedo. O algo de miedo.

Aunque, realmente, quien sí le metió miedo, de verdad, fue el Villarreal, que, por vez primera esta temporada (3-0 ante el Atlético, 1-1 frente al Barça, 2-1 a la Real Sociedad y 0-0 contra el Sevilla), ha perdido frente a uno de los cinco primeros de la tabla. Es evidente que lo que ocurrió en el estadio de La Cerámica solo está al alcance del Real Madrid que, tal y como siempre cuenta Pep Guardiola, es el único equipo del mundo que nunca, nunca, nunca deja de pelear por la victoria, jamás. Incluso hasta el minuto 93 de Sergio Ramos, innecesario en esta ocasión porque Gil Manzano pitó un penalti, más que dudoso, muuuuucho más que dudoso, que, como reconoció el propio Fernando Roig, presidente del Villarreal, “ni lo era, ni lo merecíamos y nos ha matado la ilusión que teníamos y merecíamos”. El Villarreal entero, con Fran Escribá, al frente, pidió que los árbitros se aclaren “pues, la mano que viene precedida de rebote, no es penalti”. Y como acabó cantando todo el estadio “¡así, así, así gana el Madrid!”.