Alioli para Luis Enrique

Luis Enrique, en una imagen de archivo

Luis Enrique, en una imagen de archivo / efe

Xavi Torres

Xavi Torres

Una semana más, el entrenador del Barça sigue buscando acertar con la tecla que le cuadre su centro del campo. Es evidente que sin Sergio ni Iniesta todo se complica pero, incluso con ellos, la tercera pieza se ha movido tanto que se ha acabado mareando.

Hasta hoy, cuatro futbolistas han jugado de medio centro: Busquets, Mascherano, Rakitic y Gomes; y ocho, en los interiores: don Andrés, los propios Rakitic y Gomes, más Arda, Rafinha, Denis, Aleix Vidal (anteayer) y también Samper, ahora cedido al Granada. En el Villamarín hubo centro del campo inédito y su rendimiento fue malo. ¿Cuál es el problema?

Nos centramos en dos cuestiones: el paladar futbolístico de Luis Enrique y las necesidades del equipo. Al entrenador del Barça le gusta el vértigo y por eso su equipo corre de área a área aceptando recibir golpes a cambio de darlos. La habitual contundencia del tridente lo acostumbra a solucionar todo. Por eso le encantan los centrocampistas de recorrido y, por eso, los ha fichado. Y mal no le ha ido al equipo en esta evolución futbolística: dejar a Vidal de interior en Sevilla tras los cambios del minuto 67 supone toda una declaración de intenciones. En este escenario parece haber poco espacio de consenso para los seguidores que entienden el fútbol bajo la mirada de Cruyff o Guardiola.  

Sobre las necesidades del equipo, el partido ante el Betis desnuda a la totalidad de los centrocampistas. Sobre la efectividad del repetido concepto del fondo de armario culé que cada uno extraiga sus conclusiones, pero donde no hay debate es en la variedad de perfiles que no permiten llevar a término determinados conceptos hasta no hace mucho claves para entender el éxito barcelonista. Las 58 pérdidas de balón (10 del medio centro, Rakitic) ejemplarizan la ausencia de control del balón y del partido, el protagonismo de la carrera y la ausencia de la pausa. Ceder 16 ocasiones al rival y ver a Messi tocando solo 59 balones alerta de que el equipo necesita una reflexión.

El Barça se olvida de conceptos tradicionalmente esenciales, como jugar con las líneas juntas para controlar los partidos a través de la posesión del balón y la presión post-pérdida. Tanta imprecisión individual y tanto desorden colectivo eliminan la diferencia de talento. ¿Y cómo se soluciona el problema? Uno: con el regreso de Sergio e Iniesta, los hombres-aceite en el ‘all-i-oli culé’, los especialistas en juntar el equipo, capaces de acercar a Piqué y Messi; y dos, con la pedagogía del entrenador con los nuevos jugadores para lograr que ante las grandes ausencias todo parezca más natural. ¿Lo logrará Luis Enrique?    

Maravilloso riesgo

En la mezcla de estilos que ahora mismo reinan en el Barcelona los aficionados conviven en la indefinición de un fútbol poco reconocible como el que exhibieron en el campo del Betis con momentos excepcionales, como alguna salida de balón a la vieja usanza, con riesgo y personalidad. Minuto 3: Ter Stegen inicia jugada cediendo el balón a Mathieu situado como lateral izquierdo, casi pegado a la linea de fondo y, a continuación, se acerca a su compañero en una carrera lateral, ofreciéndose para volver a recibir. Ante la presión bética, el central francés golpea el balón con fuerza buscando un cambio de juego hacia Piqué, este situado como lateral derecho y también pegado a la linea de fondo. El balón viaja por el aire y pasa por delante de la vacía portería azulgrana hasta llegar a su destino. Fuera de la cultura barcelonista, una auténtica locura; en el exclusivo fútbol del Barça, una bendición futbolística, un riesgo que se minimiza ante la gran técnica de los futbolistas y que posibilita la generación inmediata de peligro ya que situa a Messi, Neymar y Suárez ante jugadas de tres contra tres con mucho espacio por delante.

Ter Stegen y el resto de defensores deben valorar los riesgos y, por supuesto, nada se rompe con un balonazo a la grada, pero acertar en estas acciones reconcilian con el mejor fútbol del Barcelona y devuelven al conjunto señales de identidad únicas. ¿El secreto? Trabajo y talento.