Aleix Vidal merece un reconocimiento

Ernest Folch

Ernest Folch

La trayectoria de Aleix Vidal en el Barça encaja más en una novela que en una crónica deportiva.  Acostumbrado a vivir situaciones inusuales y rocambolescas, ayer se encontró con el máximo infortunio de una grave lesión tras una espeluznante entrada justo cuando estaba peleando nada más y nada menos que por la titularidad en el lateral derecho. La aventura de Aleix Vidal en el Barça ha estado marcada desde el principio por la excepcionalidad: en su primer año, no pudo jugar hasta enero por la sanción FIFA y en los primeros meses tuvo serios problemas de adaptación. Empezó esta temporada muy bien situado para ser titular, pero desde la pretemporada quedó claro que Sergi Roberto le ganaba el puesto, cayó en un ostracismo que llevó a encadenar incontables jornadas fuera de la convocatoria y tuvo que ver incluso como se retocaba el sistema de juego para evitar su presencia en el terreno de juego. Pero una reaparición milagrosa ante el Hércules en Copa y el Borussia M’gladbach en Champions marcó el inicio de su recuperación, y a partir de ahí empezó su gran resurgimiento: consolidó su puesto de suplente, que alternó con alguna titularidad, y últimamente su aportación ofensiva empezó a ser notoria, con dos goles y múltiples asistencias. Su rendimiento estaba superando incluso al de muchos fichajes de esta temporada, pero justo cuando estaba en su punto álgido, una entrada a destiempo en el partido de ayer a escasos minutos de terminar el encuentro lo deja fuera de combate hasta final de temporada.

Ni siquiera una goleada de apisonadora ante el Alavés, que sirvió para volver a reconocer el juego del equipo, pudo neutralizar la tristeza que produjo la lesión del lateral azulgrana. Su desgracia merece al menos dos reflexiones de urgencia. La primera, que la brutal entrada no mereció ni siquiera tarjeta amarilla, un dato que sirve para ilustrar una creciente sensación de desprotección hacia los jugadores blaugrana: el club debería tomar cartas en el asunto y defenderse enérgicamente antes de que ocurra una desgracia mayor. La segunda es que la constancia de Aleix Vidal, su tenacidad para aguantar en los malos momentos y su capacidad de remontar y competir al máximo nivel, merecen un reconocimiento explícito por parte del club. Ahora que se ha lesionado gravemente, lo más elegante sería que el Barça reconociera públicamente su compromiso,  le renovara su confianza y descartara cualquier tentación de traspasarlo. Aleix Vidal se ha ganado en el campo su derecho a continuar en el club. Ánimos, Aleix.