Roger Federer aumenta su leyenda

Roger Federer celebra su victoria en el Open de Australia 2017

Roger Federer celebra su victoria en el Open de Australia 2017 / AFP

Neus Yerro

Roger Federer levanta los brazos y grita. Sí, es el flamante campeón del Open de Australia, su quinta corona en las Antípodas, tras superar a Rafa Nadal por 6-4, 3-6, 6-3, 1-6 y 6-3 en tres horas y 37 minutos. 

¡Qué gran campeón es el suizo! A sus 35 años, volviendo de una lesión de seis meses, enfrentándose a un rival al que no había podido doblegar en casi una década (Wimbledon 2007), Federer ha salido dispuesto a mandar desde el inicio.

Su talento es un pozo sin fondo, sus ganas de ganar también. En la final de leyenda, la de Roger se agranda un poco más al hacerse con su título número 18 Grand Slams, cifra inimaginable para cualquier otro que no sea tan estratosférico como el helvético. Nadal se queda en 14... y a seguir luchando para volver a ganar, como ya hizo en 2009, en Melbourne.

Ganar a Nadal en cinco sets no es tarea fácil. Federer buscó una mayor rapidez en la resolución, ayudado por una cierta lentitud en el tenista de Manacor (en los primeros compases, fruto del cansancio acumulado en la semifinal) y por su servicio, que sería determinante en la suerte del partido.

Sin embargo, se topó con la épica de Rafa, ésa que le lleva a remontar duelos perdidos, a llegar a bolas imposibles (el fue el autor del que será, probablemente, uno de los puntos de partido), a seguir soñando hasta el último punto...

Y lo tuvo Nadal. En el quinto set. Después de que Federer saliera de la Rod Laver Arena para ser atendido por unas molestias en el muslo derecho (que, al final, no tuvieron ninguna incidencia en el resultado final), empezó rompiendo el saque del suizo. Se colocó 3-2 y llegó a disponer de un punto para el 4-2... pero ya no ganaría ni un solo juego más. 

Aunque, cuando Federer sirvió para partido, fue capaz de proporcionarse dos puntos de break. Esa resistencia suya, esa lucha, hasta el último instante. Roger salvó los muebles, como había venido haciendo durante todo el partido, gracias a su saque.Y una derecha a la línea, confirmada por el 'Ojo de Halcón', provocó el éxtasis del suizo y de su banquillo.