Natación

Jennifer Pareja: "Mi tozudez me ha llevado al éxito"

"No me gusta pensar en la retirada. Si lo hago, no vivo el momento", explica Jennifer Pareja

Jennifer Pareja

Jennifer Pareja

Carme Barceló/Cristina González

Energía positiva en estado puro. Vitalidad e ideas claras. Cinco piercings en las orejas y uno en la lengua cuya historia nos reservamos entre risas. Tatuajes con referencias familiares y deportivas y unos ojos de gata que taladran con buen rollo. Cuando la saluda Rosa Esteva, una de las empresarias más reconocidas del país, le dice: “más os tendrían que pagar a vosotras y no tanto a los futbolistas. Y siendo mujeres, aún lo tenéis más difícil. Ya va siendo hora que os pongan en el lugar que os corresponde”. Jennifer se ríe. Hablamos de ese poder femenino en el mundo del deporte que ha hecho abrir los ojos a más de uno. “Atribuyo esta escalada de éxitos -reflexiona la waterpolista- a poder disponer de más recursos. A la que han abierto un poco el grifo, han llegado los éxitos. En mi deporte han cambiado bastante las cosas. De entrenar fuera de horas, en dos carriles, arrinconadas y de noche, hemos pasado a tener una pisicina para nosotras”. El plural es una constante en la entrevista. Jennifer Pareja, considerada la mejor del mundo en su especialidad y capitana de la selección española, es mujer de equipo. Lo transpira. Le cuesta dar un paso por delante de sus compañeras aunque, por veteranía y laureles, pueda hacerlo. “Compartimos mucho y vivimos juntas la presión de los últimos tiempos -explica- y no lo concibo de otra forma. ¿Si nos aprieta? Somos las primeras en querer estar ahí arriba así que la presión más grande nos la ponemos nosotras”. Nunca tiró la toalla “ni en los momentos más crudos. Soy muy tauro y muy tozuda. Y esa tozudez me ha llevado al éxito”.

30 años y una vida dedicada al waterpolo. “Amo lo que hago hasta las trancas. No me gusta pensar en la retirada. Si lo hago, desaprovecho el momento y a mí me gusta vivir intensamente. Creo que me costará encontrar algo que me llene tanto”, confiesa mientras se enfunda en un vestido blanco que le queda como un guante. Su cuerpo, cincelado por años de entrenamiento, es tan fuerte como su mente. “Aunque en temas de corazón soy un poco más floja”, reconoce entre risas. Los clientes del hotel Omm preguntan a los empleados quién esa esa mujer que brinda con cava al lado de una chimenea y unas luces de Navidad. “Sólo nos conocen los del mundillo del deporte. Poco más. Pero hace unos años... ¡ni el Tato!”. Intento explicarle después a un japonés que Jennifer Pareja es el equivalente en femenino a aquel Manel Estiarte que lo ganó absolutamente todo. A él le apodaron el “Maradona del agua” y ella, por ende, debería ser Messi. “Bueno, bueno, que también podría ser Cristiano, ¿eh?”, responde rápida. Considera que Leo es muy talentoso pero se reconoce más en el trabajo constante y casi obsesivo del portugués. 

Cierra los ojos y piensa en el 2015. A nivel deportivo, el objetivo es el Mundial de Kazan y “los JJOO de Río, en los que voy a estar sí o sí”. Más allá, a Jenny le preocupan “los desfavorecidos, los discapacitados, los enfermos... Reconozco que vivimos en una burbuja que nos aisla de la realidad pero este año voy a dedicar mucho más tiempo a ocuparme y preouparme de los demás”.