EL REPORTAJE

El imperio de la NFL

Como cada primer domingo de febrero, EE.UU. se paralizará mañana para asistir al duelo entre el campeón de la Conferencia Nacional, los Seahawks, y el de la Conferencia Americana, los Patriots. La final del campeonato de la National Football League (NFL) es el acontecimiento deportivo del año y el colofón de un negocio que mueve miles de millones de dólares

Phoenix se ha convertido esta última semana en la capital del fútbol americano

Phoenix se ha convertido esta última semana en la capital del fútbol americano / sport

Eusebi Brosa

Cuando pienso en la primera Super Bowl, lo único que recuerdo son los 30.000 asientos vacíos”. Pete Rozelle, comisionado de la NFL entre 1960 y 1989 y uno de los mayores visionarios del deporte profesional estadounidense, jamás ocultó la decepción que supuso no llenar las gradas del Memorial Coliseum de Los Ángeles aquel 15 de enero de 1967. Los Green Bay Packers, campeones de la NFL, arrollaron por 35-10 a los Kansas City Chiefs, los ganadores de la AFL. No fue, desde luego, el mejor remate al acuerdo de fusión de los dos campeonatos alcanzado meses antes, la fórmula que permitió  acabar con varios años de litigios y que puso los ciminentos del negocio multimillonario y del espectáculo deportivo único en que se ha convertido la Super Bowl.

Ni Roger Godell, actual rector de la NFL, ni su antecesor, Paul Tagliabue, han tenido que temer nunca por no llenar los recintos que han albergado la final. Las 72.000 localidades del estadio de la Universidad de Phoenix, donde mañana los Seattle Seahawks y los New England Patriots lucharán por la 49ª Super Bowl, están agotadas desde hace meses. El precio medio de una entrada es de 4.800 dólares y en la reventa se ofrecen a precios exorbitantes. Nada que ver con los 10 dólares –72 dólares de hoy en día– que costaba presenciar la primer Super Bowl.

El relativo fracaso que supuso congregar solo a 62.000 espectadores en el gigantesco Memorial Coliseum se vio compensado, sin embargo, por el éxito indiscutible de la retransmisión televisiva. La  primera Super Bowl –de hecho no acabaría adoptando este nombre hasta su tercera edición– atrajo a 55 millones de espectadores –EE.UU. tenía entonces 200 millones de habitantes-, con una cuota de pantalla del 70 por ciento. 

El partido fue emitido simultáneamente por la CBS y la NBC, para respetar los acuerdos televisivos que tenían firmados la NFL y la AFL previos a la fusión. Cada una de las cadenas pagó entonces un millón de dólares para dar el partido. En la edición del pasado año, disputada en New Jersey, fueron una media de 111 millones de televidentes (sobre una población de 317 millones) los que siguieron el duelo entre los Seahawks y los Denver Broncos. El ‘share’ fue del 69 por ciento. El duelo llegó, además, a 180 países, aunque solo en EE.UU. pudieron disfrutar de los anuncios -casi tan esperados como el propio espectáculo deportivo- que, a 4,5 millones los 30 segundos, animan cada las numerosas pausas. El gasto publicitario global durante la final será de más de 350 millones de dólares. En la final de 1967, los marcas pagaron apenas 40.000 dólares por espot. 

En este casi medio siglo, la NFL ha pasado de ser un negocio prometedor a ingresar anualmente más de 9.000 millones de euros, más que la Premier League, la Bundesliga y la Liga BBVA juntas. Solo por derechos televisivos ingresa cerca de 5.500 millones de euros por temporada. En 1964, la NFL se dio con un canto en los dientes cuando firmó un acuerdo de dos años con la CBS por 28,4 millones de dólares, el equivalente a 200 millones de la actualidad. La AFL, por su parte, había  firmado con la NBC por 8,5millones anuales. En cualquier caso, estamos hablando de cifras espectaculares para la época pero irrisorias si las comparamos con las de hoy en día.

Estos contrastes son igual de llamativos en los salarios de los jugadores. Bart Starr, quarterback de los Green Bay Packers y Jugador Más Valioso (MVP) de las dos primeras Super Bowl, tenía una ficha de 700.000 dólares. Tom Brady, la estrella de los Patriots y que mañana en Arizona disputará la sexta Super Bowl de su carrera, un nuevo récord, cobrará este año 14 millones. La diferencia es igual de abismal en el salario medio. En 1967 apenas alcanzaba los 180.000 dólares, mientras que hoy en día los jugadores ganan una media de dos millones de dólares por temporada.

Tratándose de un negocio multimillonario, donde todo está calculado al milímetro, no deja de sorprender que algo tan ligero como el aire -más bien la falta del mismo-, haya sido el tema recurrente en los días previos a la final. Bajo el foco están los Patriots y su técnico, Bill Belichick, después de descubrirse que en la final de la Conferencia Americana, ante los Colts, 11 de los 12 balones suministrados por el cuadro de Boston, estaban hinchados a una presión inferior a la que marca el reglamento. La NFL dice que llegará hasta el fondo del asunto. Y si hay algo seguro es que los balones que se utilizarán mañana no serán objeto de ninguna polémica.