SPORT VERANO

Ferran Martínez: "Siempre tengo un ojo en el portátil"

El exinternacional del Barça, Joventut y ‘PAO’ disfruta de su vida generando dinero para sus clientes, incluso cuando descansa en ‘su’ Calella de Palafrugell 

Ferran Martínez disfrutando de Calella de Palafrugell

Ferran Martínez disfrutando de Calella de Palafrugell / sport

RAMÓN PALOMAR

¿Cuál es tu relación con Calella de Palafrugell?

Yo vengo aquí desde que tenía 18 años y para mí es el lugar perfecto para relajarme, estar desconectado de todo, en un ambiente especial. Para mí, Calella de Palafrugell es el mejor lugar de la Costa Brava. 

¿No te cansas nunca del mismo escenario?

Es curioso, pero no me cansa. Al revés. Cuando llega septiembre ya estoy con las pilas cargadas, aunque cuando llega abril, ya tengo ganas de volver. Nosotros pasamos temporadas aquí no muy largas de 15 o 20 días, que son suficientes.

¿A qué dedicas tu tiempo? 

Principalmente a leer y también escribir. Actividades que me puedo permitir a diferencia del resto del año.

¿Ha cambiado mucho de tu época de jugador?

Sí. Antes venía a Calella, aunque solo podía estar cinco o seis días antes de irme con la selección, o la pretemporada del Barça. Siempre pensaba que cuando me retirase  pasaría temporadas más largas, y lo he podido hacer. Muchos contratos y propuestas de equipos las había recibido aquí, estirado       en la toalla en la playa.

¿También concretas negocios desde Calella?

Alguno sí. Más que acordar posibles negocios, hay un entorno muy favorable para que los temas de negocios funcionen bien.

¿Pero ni de vacaciones desconectas del ordenador?

No. Yo siempre tengo un ojo en el portátil. No estoy desconectado del todo pero aquí es diferente que hacerlo en casa.

¿Qué es lo que te inspira aquí para escribir?

Desde que era muy joven, siempre me gustaron los ordenadores y la informática. Apunto cosas, las recopilo y luego las escribo y los remato aquí.

¿De qué escribes?

Mis primeros libros fueron sobre ‘management’, mi experiencia en el deporte de élite aplicado a la empresa. Luego, algunos libros más técnicos y también me he ido decantando hacia temas financieros y económicos, temas de economía y relación del zen con el deporte.

Siempre fuiste  un tipo diferente, preocupado por otras cosas…

Para mí, el deporte fue como una escuela de vida y lo que me ha dado el deporte, aparte de unos valores y experiencias muy buenas, es abrirme las puertas a otros mundos, relaciones con personas de todo el mundo. A mí me gusta aprender cosas nuevas y si encima conectas todas las cosas, es cuando realmente aprendes.

¿Te produce añoranza tus años de deportista profesional? 

Muchísima. Muchas veces sueño que todavía estoy jugando partidos y pretemporadas… pero eso es normal porque lo llevas dentro. Hay mucha gente que se sorprende de algunos valores que tenemos como la puntualidad o la disciplina.

¿Y te ha ayudado para irte al mundo empresarial?

Totalmente. En términos financieros, aparte de la disciplina, saber trabajar en equipo es muy importante y el basket me enseñó mucho. Saber sacar la máxima responsabilidad de todo un equipo empresarial. Hay jugadores que anotan, otros rebotean y otros solo bloquean pero, al final, el éxito es la suma de todos.

¿Las estrellas NBA con las que jugaste eran solidarias?

A mí me sorprendió mucho Byron Scott, que ganó muchos anillos con los Lakers. Vino a jugar al Panathinaikos con 35 años. Fue un ejemplo porque era el primero para hacer el trabajo. Cuando ves un tipo así inspira mucho y nos ayudó a ganar. La mentalidad americana se basa en el esfuerzo.

¿Crees en ese lema de que el trabajo lleva al éxito?

Para los americanos, el fracaso no existe, lo ven siempre como una oportunidad. Por eso hay tantos empresarios que han caído y han vuelto a levantarse.

Igual que en España...

Aquí no existe esa mentalidad positiva. Aquí, si caes, ya te tildan de fracasado y te quedas con esa etiqueta. Allí, te preguntan cuántas empresas has reflotado o hundido y no pasa nada, forma parte del currículo. Tienen un gran espíritu emprendedor.

¿Y tu espíritu emprendedor?

Asesoro a deportistas y también soy inversor de empresas tecnológicas y ‘startups’. 

¿De dónde te vino esta pasión por los números y el tema empresarial?

Fui uno de los primeros jugadores con página web propia, en 1995. La usaba para las estadísticas de mi juego, me gustaba. A partir de aquí, se me abrieron otras puertas y me relacioné con gente diferente. Empecé a conocer emprendedores de Silicon Valley y me interesó cómo levantaban sus negocios. En Estados Unidos hay mucha competencia, aunque si tienes un buen proyecto aparecen los inversores con apoyo. 

¿Qué recomendarías a Álex Abrines con su gran contrato?

Hay que aplicar el sentido común. Hacer un cálculo para saber lo que necesitas para vivir y el resto como si no existiera. Y esa parte, realizar buenas inversiones, porque la carrera profesional es muy corta. La vida real comienza cuando te retiras.

Resumiendo...

No hay que estirar más el brazo que la manga y con una mentalidad conservadora, lo mejor es diversificar mucho. Lo que más me gusta ahora es invertir en las ‘startups’ tecnológicas y nos dedicamos a eso. Es interesante invertir en productos clásicos, pero otra parte, en pequeñas inversiones en empresas que empiezan, con potencial y que si funcionan, dan beneficio.

¿Qué decisiones económicas tomaste en su momento?

Empecé con un abogado, mis representantes y un asesor fiscal en nómina, eso lo primero. Luego me impuse cada año comprar una cosa. Calculé que si jugaba 18 años, tendría 18 casas, por ejemplo. Cuando tenía una oferta que doblaba el valor, la vendía y volvía a reinvertir.  Aunque como todos en la vida, también recibí golpes…

Si ahora fueras jugador, ¿crees que estarías en la NBA?  

Sin ningún tipo de duda.  Entiendo a los jugadores que quieran irse allí. Siempre quieres ir al mercado más global y ese es el de la NBA, a diferencia de Europa.

¿Tu mejor inversión?

Sin duda, mi familia. Me siento orgulloso de haber formado una familia unida que se ha movido por todo el mundo sin dudas. A nuestros hijos les hemos inculcado la cultura del esfuerzo  y eso lo más importante.