VIDA SALUDABLE

Cambiar un hábito: motivación, voluntad y 21 días

Los objetivos deben ser realistas y factibles para evitar desmotivarnos

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Al dejar atrás las vacaciones y empezar un nuevo 'curso'. Al iniciar un nuevo año, cambiar de trabajo o de lugar de residencia. Tras una visita al médico. O simplemente para sentirnos mejor. Es  en estas y en muchas otras situaciones nos planteamos cambiar de hábitos para mejorar nuestro estilo de vida. Son muchas las ocasiones en las que nos proponemos modificar alguna de nuestras costumbres y no tantas las que lo conseguimos. ¿Por qué? Parte de esta respuesta la encontramos en la forma en la que educamos a nuestra mente respecto a este cambio. Veámoslo. 

William James, uno de los padres de la psicología moderna, decía que “nuestro cerebro tiene la flexibilidad suficiente para aceptar nuevos hábitos pero que no le gusta ceder de inmediato”. ¿Qué significa esto? Que para que nuestro cerebro adopte una nueva acción como un hábito tenemos que darle argumentos. ¿Y cómo? Según James, la manera de hacerlo es repetir durante 21 días aquello a lo que queremos acostumbrarnos. Así, cada vez que repetimos la acción en cuestión, a nuestro cerebro le supone un menor esfuerzo realizarla hasta que llega el momento en que éste acaba “cediendo” y convierte dicha costumbre en un hábito.

Esta afirmación no es un remedio mágico. Simplemente, tal y como afirman los neurólogos, quiere decir que en 21 días nuestra actividad neuronal se modifica y es posible crear nuevos patrones de conducta de forma automática. 

Retos reales

Así, si lo que queremos es llevar una vida más saludable realizando más actividad física de forma periódica, lo que debemos hacer es adquirir ésta costumbre a base de repetirla. Para ello es necesario estar convencido de que queremos hacerlo.O lo que es lo mismo: que la motivación será básica y también la voluntad de hacerlo día tras día. Una manera de conseguirlo es marcándonos objetivos pero debemos ser conscientes que estos han de ser realistas y factibles, y para ello lo mejor es no intentar modificar muchas cosas a la vez. El truco pues: marcarse objetivos, ¡pero no demasiados!

Otro consejo que nos ayudará a la hora de conseguir crear un hábito es eliminar las tentaciones, si queremos hacer deporte de forma habitual debemos evitar hacer planes a la hora en la que solemos o tenemos previsto practicarlo y también podemos ir concienciándonos poco a poco, por ejemplo, dejando la ropa o la bolsa del gimnasio a la vista. Del mismo modo, si queremos cuidar más nuestra alimentación, evitemos tener en la despensa aquellos alimentos que no nos interese consumir. ¡Cuántas menos tentaciones, mejor!

Ahora ya sabemos cómo adquirir un nuevo y buen hábito, pero la siguiente pregunta que nos puede surgir es ¿cómo deshacernos de uno malo? Los expertos afirman que a nuestro cerebro no le gusta que le digamos “esto no se hace”, por lo que una mala costumbre es difícil de destruir de esta manera. Así, la recomendación para dejar un mal hábito no es decirle “no” a nuestro cerebro sino “sí a esto otro”. Por ejemplo, en el caso que no queramos picotear entre horas la manera de conseguirlo no será decirnos “esta tarde no voy a picar” sino “voy a merendar una pieza de fruta” y al día siguiente “voy a merendar un yogur”, y así hasta 21 días. La nueva 'buena' costumbre quedará adquirida y el ‘mal’ hábito habrá sido desbancado.