Antecedentes en el mundo del deporte

Boston, el último atentado contra el deporte

Las bombas de la maratón de Boston son un cruel recordatorio de la vulnerabilidad del deporte en cuestiones de seguridad

DPA/SPORT.es

La masacre de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, la bomba en el Centennial Park en Atlanta 1996, la violencia en los estadios de fútbol o la cuchillada a la tenista Monica Seles son sólo algunas muestras de que siempre hay un límite al control de la autoridades.

Salvaguardar el trazado de una maratón es uno de los mayores retos, ya que es imposible convertir las calles de una ciudad en una fortaleza. "No se puede mantener bajo seguridad un recorrido de 42 kilómetros entero", admitió el director de la carrera de Berlín, Mark Milde, que al igual que Londres anunció ya una revisión de sus protocolos de seguridad.

"Es difícil", añadió el ministro de Deportes británico, Hugh Robertson. "Pero nosotros hemos vivido con la amenaza del terrorismo durante toda mi vida adulta. Tenemos unos servicios de seguridad de los mejores del mundo y tienen experiencia".

Antecedentes sangrientos

En 2008, uno de los "tigres tamiles" asesinó a 13 personas con un ataque suicida con bomba en la salida de una maratón en Sri Lanka. Era una prueba menor, pero las grandes carreras tampoco estuvieron exentas de incidentes.

En los Juegos de 1972, un estudiante alemán se coló en el último kilómetro del trazado y entró primero al estadio antes de ser retirado por la seguridad. Y aún más impactante fue el asalto del padre Cornelius Horan al brasileño Vanderlei de Lima, que en ese momento lideraba la maratón de Atenas 2004 y tras ser lanzado al suelo siguió corriendo.

La seguridad es siempre un asunto capital en los Juegos desde el atentado de un comando palestino al equipo israelí en Múnich 1972, pero aún más tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

Las ciudades sede y sus gobiernos se gastan cientos de millones para proteger a los atletas y aficionados, que deben pasar por escáners del estilo de los aeropuertos y notar la presencia constante de policía y fuerzas armadas.

Sin embargo, por todo el mundo, y sobre todo en los deportes multitudinarios, siguen dándose casos de violencia. En el fútbol, los hooligans causaron decenas de muertos en los estadios de Heysel, Hillsborough o Port Said.

La presencia militar en los grandes eventos deportivos se ha hecho familiar, pero el reto está en lograr un equilibrio. Como dijo el británico Sebastian Coe, jefe del comité organizador de los Juegos de Londres 2012: "Quiero que la gente venga sintiendo que está en una ciudad en fiesta, no en una ciudad sitiada"