LA ÚLTIMA

¿Dudan del resultado o del estilo?

Martí Perarnau

 El ruido descomunal que se organiza cada vez que aparece José Mourinho oscurece la auténtica realidad futbolística del Real Madrid, a saber, que es un equipo preparado para jugar al galope, en espacios abiertos y de modo vertiginoso. Sin duda, el número uno en el mundo en el fútbol disperso, al igual que el Barça lo es en fútbol agregado. Dos modos distintos de entender el juego. El Madrid es un equipo sin pausa, donde su centro del campo es puramente circunstancial: un trámite entre las dos áreas. El ruido alrededor del personaje Mourinho ensombrece dicha realidad que, además, no tiene al propio Mourinho por origen. El Madrid ya jugaba de este modo mucho antes de que el técnico portugués aterrizara en su banquillo. Mil veces hemos hablado de un equipo con principio en Casillas y final en Ronaldo (o Van Nistelrooy o Cristiano) y sin territorio intermedio. En esos tiempos pasados, Mourinho no estaba en el club aunque es cierto que su propuesta futbolística y la confección a medida de la plantilla actual han profundizado en dicho concepto, que ahora genera runrún en la capital por dos malos resultados. Cuando estos vuelvan pronto a ser positivos, ¿seguirá el runrún por el estilo o se olvidará todo?

Con un maniqueísmo muy propio de la falta de reflexión, en ocasiones se contrapone ese juego vertiginoso y sin pausa al del Barça, que construye su excelencia a partir de un centro del campo de orfebrería, como si existiese una superioridad moral entre un estilo y otro. Pienso que es una pretensión errónea. El juego de posición que interpreta el Barça puede ser calificado de exquisito, estético, hermoso, sinfónico, magistral, detallista o espectacular, pero no es moralmente superior a ningún otro estilo de juego porque todos son igualmente legítimos. Como certeramente ha dicho Raúl Caneda, el Barça enfoca el balón como una posibilidad y el Madrid, como una molestia. Eso ni es bueno ni malo `per se¿; es una elección. Todo sistema de juego es legítimo y ninguno puede atribuirse preeminencia moral sobre otro.

Lo que sí puede ser un sistema de juego es incoherente con el tamaño de un club, contradictorio con sus expectativas y estéril para enraizar. En medio de tanto ruido en torno a Mourinho, yo destacaría su enfoque unidireccional del juego. Aunque en ocasiones se ha loado que atesore gran riqueza en módulos tácticos, la realidad es tozuda aunque cambie de país y nos habla de un único concepto que elude la elaboración en el centro del campo, huye de la pausa, flirtea con el vértigo y pretende derribar al contrincante a base de embestidas individuales. Mourinho estimula y promociona dicho estilo y de él se pueden esperar resultados, pero es más dudoso que deje un legado futbolístico.