FUTBOLEANDO

Sin Messi se acabó el paraíso

Lluís Miguelsanz

UN AÑO PARA OLVIDAR. Pasó lo que muchos barcelonistas temían, pero que nadie quería asumir del todo. El encefalograma plano del Barça continuó sobre el césped de Mestalla y al Madrid le bastó su pegada para asestar el golpe mortal a un equipo que finiquita un ciclo glorioso. Cayeron pudiendo empatar, pero este Barça, sin Messi, genera muy poco juego. Casi nada. La apatía del argentino es preocupante. Un asunto de estado azulgrana para analizar y solventar porque este gran equipo se construyó por y para él. Y, si no participa, el futuro innmediato puede complicarse a pesar de la revolución de plantilla ya anunciada. Su año, como el del equipo, es para olvidar.

Messi ha estado desconectado durante las últimas semanas. La afición culé le esperaba como agua de mayo solo para este partido, pero no resucitó. Parece que le han cambiado porque no es ya que no le salga nada sino que ni lo intenta. Y, por genial que sea, así es imposible tirar del carro. Razones debe haber para explicar su estado, pero el Barça haría bien en aclararlo con el interesado antes de programar un nuevo proyecto.

Toda la culpa no es de Messi. Ni mucho menos. Esta plantilla ha pagado muy caras las carencias de una penosa planificación deportiva y de una falta de ideas alarmantes desde el banquillo. Pero el crack es solo uno y su responsabilidad va en el sueldo. Messi debe reflexionar qué quiere ser en el nuevo Barça.