La última

A propósito del 'chupito'

Lluís Mascaró

La pasada temporada acuñé el término 'chupito' para referirme a la Copa que ganó el Madrid. En la caverna mediática se echaron las manos a la cabeza. Lo consideraron una falta de respeto. Y un insulto a la historia de una competición centenaria. Nada más lejos de mi intención. Lo único que hice fue enmarcar dentro de una realidad el auténtico valor de ese título. Porque el madridismo celebró esa Copa como si fuera una Champions, cuando en realidad es un torneo menor que no salva ninguna campaña. Es verdad que, en el siglo pasado, el Barça también festejaba sus triunfos en la Copa con euforia, pero desde que el club dio un salto de calidad y empezó a acumular Ligas y Champions, todo se ha dimensionado en su justa medida. Y la Copa, ahora, solo vale para lo que vale: para redondear el palmarés de una temporada excepcional, como hizo el equipo de Guardiola el año del triplete.

Digo (o escribo) todo esto porque esta noche el Barça se juega su pase a la final de la Copa. Otra vez. Sería la tercera de la era Guardiola. La primera la ganó al Athletic. La segunda la perdió con el Madrid. Y ahora, si elimina al Valencia, se enfrentará nuevamente al conjunto vasco. Todo el barcelonismo, absolutamente todo, quiere ganar esta Copa. Pero, también, todo el barcelonismo es consciente de que no se trata de un título prioritario. Ningún culé saldrá a la calle a celebrarlo ni se montará una rúa si lo único que se conquista esta temporada es la Copa. Porque el barcelonismo ha cambiado. Y se ha acostumbrado a ser campeón. En los últimos siete años, el Barça ha ganado 5 Ligas, 3 Champions y 2 Mundiales de Clubs. En este mismo período de tiempo (entre el 2004 y el 2011), el Madrid solo ha ganado dos Ligas, que fueron regaladas por el dúo Rijkaard-Ronaldinho en plena fase de autocomplacencia y descomposición.

El Barça es el Rey de Copas. Sí. Con 25 títulos. También lo es de las Recopas. Con 4. Y no hay que renegar de ninguno de esos trofeos. Pero el barcelonismo 'moderno' sabe perfectamente que estos títulos que tanto festejaban nuestros padres y nuestros abuelos son, hoy en día, mucho menos importantes de lo que representaron en aquel momento. Las circunstancias del Barça han cambiado. Mucho. Y los culés ya no nos conformamos, como hicieron los madridistas el año pasado, con ganar una Copa. Todo lo que no sea Liga y Champions tiene una importancia muy relativa. Esta temporada, por ejemplo, el equipo de Guardiola ha conquistado ya la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubs. Está muy bien. Pero no basta. Lo sabe el entrenador. Lo saben los jugadores. Lo sabe el presidente. Y, evidentemente, lo sabe la afición.

El nivel de exigencia de los culés ha crecido al ritmo que crecía el Barça como club de referencia universal. Estará muy bien clasificarse esta noche para la final de la Copa. Una más. Pero, si se gana, nadie la celebrará como un gran título. Porque no lo es. Se trata solo de un 'chupito'.