LA ÚLTIMA

En Madrid huele a miedo

Lluís Mascaró

Llego a la estación de Atocha. Solo bajar del AVE me golpea una atmósfera viciada. Es un olor penetrante. Inconfundible. Un olor que lo impregna todo. Un olor triste. Paralizante. Un olor que recorre todos los rincones de Madrid hasta llegar al Bernabéu. Es, claro está, el olor del miedo. Un miedo atroz que invade las calles y se filtra en las redacciones de la caverna mediática. Un rictus extraño asoma por la noche en los rostros de los ronceros, los siros y los hermeles. Intentan disimularlo con una risita forzada, nerviosa. Pero su mueca les delata. Sienten pánico. Pavor. La posibilidad de perder esta Liga les acongoja. Hasta extremos inexplicables. No están preparados para asumir el duro revés que supondría ver como el Barça se proclama campeón por cuarta temporada consecutiva.

El miedo es una estado que escapa a toda lógica, que asfixia las mentes. Por eso los tertulianos puntopeloteros buscan oxígeno en teorías conspiratorias que rozan el ridículo. Se aferran al villarato y ven solo lo que quieren ver. Dicen que el árbitro robó al Granada, cuando no pitó un claro penalti a Alexis. Dicen que Teixeira Vitienes ayudó al Barça, cuando Messi hizo un `hat trick¿ histórico. Dicen que el equipo de Guardiola será campeón por decreto, cuando la persecución contra los futbolistas blaugrana resulta evidente. Todo es producto del miedo. Un miedo que transforma su realidad. Y que recupera fantasmas del siglo pasado. De cuando el Dream Team le ganó dos Ligas al Madrid en el último partido. Son los fantasmas de Tenerife...

Da lo mismo 5 puntos que 6. El miedo se ha instalado definitivamente en el nacionalmadridismo. Es un miedo atávico, irracional. Han pasado de soñar con un pasillo en el Camp Nou a temer por el título. Un tropiezo ha bastado para que ases y marcas ya no den la Liga por ganada. En la caverna se han encendido todas las alarmas y Florentino ha tocado a rebato. El presidente sabe que perder este campeonato sería la madre de todos los fracasos. Y no puede permitirlo. No puede. Ahora que estaba tan cerca... El `hombre Forbes¿ no entiende cómo su multimillonaria inversión puede chocar, otra vez, contra un grupo de canteranos. No entiende cómo sus estrellas galácticas corren el riesgo de ser ridiculizadas, nuevamente, por desconocidos tellos y cuencas.

Anoche, el miedo se convirtió en canguelo.Tremendo canguelo. El empate en Villarreal y la mala imagen ofrecida por el equipo de Mourinho (con cuatro expulsiones incluidas) hundió al madridismo en la desesperación. Los blancos ya sienten el aliento del Barça en el cogote. Y se temen lo peor. Porque lo peor todavía está por llegar. El Madrid, este Madrid asustado, tiene aún muchas piedras por el camino en las que poder tropezar. Los merengues, aunque intenten disimularlo están atenazados por el pánico. Ya se veían campeones y ahora solo se aferran al burdo lloriqueo contra los árbitros.Huele a miedo..