LA ÚLTIMA

Los clásicos no se independizan

Lluís Mascaró

Se preguntaba Jordi Évole, en un irónico artículo en la contraportada de `El Periódico¿, si el clásico del pasado domingo sería el último por aquello de la posible independencia de Catalunya y sus repercusiones deportivas. Le puedo garantizar al genio de `Salvados¿ que no. Pase lo que pase en las elecciones del próximo 25 de noviembre, y sea cual sea la hoja de ruta que escoja el President de la Generalitat, los Barça-Madrid no van a desaparecer. Simplemente porque el Barça seguirá disputando la Liga española. Será así (sería así, en condicional) aunque las voces más intransigentes del periodismo deportivo-político de Madrid amenacen con el casposo recurso populista de la Lliga Catalana. Los Barça-Madrid no van a desaparecer, porque ni Barça ni Madrid querrán que desaparezcan. Ni lo querrán los catalanes ni los españoles. Ni la Generalitat ni el Gobierno. Los clásicos, afortunadamente, son patrimonio del fútbol mundial. Y tienen un largo recorrido. Con Catalunya dentro o fuera de España.

El pasado domingo asistimos a uno de los espectáculos más emocionantes que, en tiempos grises como los actuales, puede vivir cualquier aficionado (o no) al fútbol. Un duelo épico entre los dos mejores equipos del mundo, liderados por los dos mejores futbolistas del planeta. Un duelo apasionante que acabó en tablas y que fue seguido en directo por televisión por 400 millones de personas. El Barça-Madrid (que fue, además, una demostración de civismo de los aficionados blaugrana, que llenaron el Camp Nou de `estelades¿ sin faltar jamás al respeto al Madrid ni a España) es una confrontación deportiva que no puede desaparecer por decisiones políticas. Nadie lo entendería. Porque sería malo para el Madrid y para el Barça. Y, sobre todo, para el fútbol. Después de un más de un siglo de rivalidad (110 años, concretamente), después de 222 partidos, después de miles de anécdotas, después de centenares de polémicas, los clásicos forman parte de las vidas de los ciudadanos de Catalunya y de España. Sean del equipo que sean. Porque los Barça-Madrid paralizan el mundo y centran la atención incluso de aquellas personas (¿de verdad existen?) a las que no les interesa el fútbol.

Los clásicos, como el Barça, como el Madrid, son patrimonio de la humanidad. Y los patrimonios de la humanidad hay que preservarlos. Como hace la UNESCO con monumentos, ciudades o espacios naturales. Los Barça-Madrid deben continuar para siempre. Como la vieja ciudad de Dubrovnik (aunque Croacia ya no forme parte de la desaparecida Yugoslavia), como la Gran Muralla china (aunque en el gigante asiático no exista la democracia) o como la Acrópolis de Atenas (aunque Grecia haya sido intervenida por la Unión Europea). La política no debe ser una excusa para el deporte. Así pues, tranquilo, Jordi. No hará falta que intervenga Vidal-Quadras para evitar que desaparezcan los clásicos. Porque los clásicos no van a independizarse.