La última

A 5.000 dólares la noche

Lluís Mascaró

España (y Catalunya) ha sido expoliada, a lo largo de la última década, por todo tipo de sátrapas. El saqueo y el despilfarro se han convertido en el denominador común de un país en el que, al amparo de la cultura del 'pelotazo' y de la burbuja inmobiliaria, unos cuantos se han enriquecido a costa de todos. Políticos como Jaume Matas (que desvió 40 millones de los presupuestos de Baleares para su beneficio propio), empresarios como Fèlix Millet (que robó más de 35 millones del Palau de la Música), directivos de entidades de ahorro como María Dolores Amorós (exdirectora general de la CAM, que se puso una pensión vitalicia de 370.000 euros anuales) y José Luis Méndez (exdirector general de Caixa Galicia, que cobró una indemnización de 16,5 millones) o constructores como Vicente Cotino (que recibió 540 millones de euros en contratos públicos de la Comunidad de Valencia sin mediar concurso alguno) han convertido el 'choriceo' en una forma de vida.

También el mundo del deporte, y concretamente el fútbol, se ha visto salpicado por estos escándalos económicos. Los clubs de Primera y Segunda División, por ejemplo, deben más de 700 millones de euros a Hacienda y la Seguridad Social. Un total de 21 equipos españoles se han acogido a la ley concursal (antigua suspensión de pagos). Y son innumerables los ejemplos de presidentes que se han aprovechado del cargo para malgastar el dinero que no es suyo. Como Joan Laporta. El mejor presidente de la historia del Barça (deportivamente hablando) se encuentra ahora en una triple encrucijada judicial que le puede arruinar la vida. Aunque gracias a Guardiola se ha paralizado el embargo de sus bienes (y de otros 7 directivos) por el caso de los avales, el futuro de Laporta está en manos de los tribunales. Hoy, sin ir más lejos, se inicia el juicio en el que el agente Bayram Tutumlu le acusa de apropiarse de 10 millones de euros del acuerdo con Uzbekistán. Y en los periódicos 'antilaportistas' se filtran día sí y día también todos los datos más escabrosos de la demanda de acción de responsabilidad, en la que se le reclaman los 47,6 millones de pérdidas generadas durante su mandato.

Yo soy de los que cree (hasta que no se demuestre lo contrario) que Laporta no se enriqueció a costa de los socios del Barça. Pero también estoy convencido (y a las pruebas me remito) de que Laporta aprovechó su condición de presidente del club blaugrana para 'vivir los mejores años de su vida'. Suites de hotel a 5.000 dólares la noche, comidas en restaurantes de lujo por valor de 262.000 euros, facturas de puros y de 'farras' en discotecas son gastos difícilmente justificables. O, como mínimo, innecesarios. Laporta, a diferencia de tantos personajes corruptos del siglo XXI, no estafó a nadie. Aunque su gestión, lamentablemente, ya ha quedado salpicada por la sombra de la duda. La justicia decidirá su culpabilidad o inocencia. Pero su nombre ha quedado manchado para siempre.